LA GUERRA DE LAS VACAS. ORDEÑAR BAJO EL FUEGO…

 

 

Con la metralla volando, misiles cercanos ,hay que ordeñar a diario con vacas asustadas. Publicamos esta nota para tener presentes los horrores de la guerra.  Por supuesto que «del otro lado » también hay niños y mayores angustiados. Y vacas que proteger… Publicaremos toda nota que se nos acerque al respecto. La guerra no es buen negocio…  DCA   Dovidio Zimancas

 

 

 

Lecheros voluntarios buscan salvar a las vacas de las ciudades fronterizas de Gaza

A pesar de las amenazas a la seguridad en las comunidades fronterizas de Gaza por el lanzamiento de cohetes y las posibles infiltraciones terroristas, voluntarios de todo el país viajaron para cuidar de las vacas abandonadas.
Estas vacas, que no fueron ordeñadas desde el inicio de la guerra, sufren congestión de las ubres y fuertes dolores.

Imagen    –   Ordeño de vacas en el kibbutz Mefalsim.
(Assaf Kamar)
Gracias a la valentía del escuadrón de alerta Mefalsim, el establo lechero no fue destruido junto con el resto de los edificios del kibbutz. Sin embargo, los miembros del escuadrón no quisieron ser entrevistados; el trauma y el peso de los terribles acontecimientos que vivieron son evidentes en sus ojos.
Para conocer mejor a los increíbles voluntarios, salimos por la mañana hacia el gran establo lechero para participar en sus tareas. Tras un tumultuoso viaje en coche a través de una zona de guerra y numerosos puestos de control militar, conseguimos llegar a la puerta de entrada del kibbutz.

Junto al establo en buen estado que sobrevivió al ataque, una unidad de soldados en pleno modo de combate se desplazaba con maquinaria pesada. El ruido ensordecedor asusta a las vacas y complica el proceso de ordeño.

Ordeño de vacas en el kibbutz Meflasim.
(Assaf Kamar)
El sargento Ariel Landau, mirando con orgullo el establo del kibbutz del sur que sigue funcionando en tiempo de guerra, comentó: «Es alentador observar a ciudadanos que vienen a ofrecerse voluntarios. Estos son verdaderamente la sal de la tierra. Esto es por lo que estamos luchando».
«Me siento bien. Estamos para proteger las ciudades fronterizas de Gaza, ya sea el establo lechero, los huertos y, por supuesto, la valla y el kibbutz», agregó. «Por cierto, hay ventajas; bebo leche fresca todos los días», contó, con un tono de tristeza, pero sin perder la perspicacia.
Dentro del establo, Shmulik Navat, dirige a las asustadizas vacas.
«En general, la situación es buena; todas las vacas están vivas, la máquina de ordeño funciona, el centro de alimentación está operativo y las vacas están siendo alimentadas», sostuvo.

«El problema es de seguridad. Hemos pasado a ordeñar una vez al día y destetar a los terneros una vez al día. Si no se ordeñan las vacas, los residentes del kibbutz Mefalsim no tendrán un lugar al que regresar. Sin ordeño, las ubres de las vacas se llenan de leche, lo que provoca dolorosas hinchazones, sobre todo porque sufren los ruidos de las explosiones», sumó.

Itamar Buchelin, un voluntario del kibutz Paran, en Arava, que vino a ayudar en la granja, también expresó su gran preocupación por la salud del querido ganado. Una vaca que no es ordeñada dejará de producir leche, e incluso podría morir. Los maravillosos voluntarios que vinieron a ayudar están salvando esencialmente la granja y el sustento de los miembros del kibbutz».
Cubierto de barro y estiércol fresco de vaca, Yiftach Amir, un experimentado profesor y enérgico abuelo de Ma’agan Michael, corretea por el establo como un adolesce»nte, repartiendo sonrisas y creando una atmósfera positiva.

«Hace 25 años que no ordeño ni huelo un establo lechero y nunca imaginé que ordeñaría armado, con una pistola al cinto como en 1948, como en el Salvaje Oeste. Lo que más me asusta es que haya gente de mi edad a mi alrededor que lleve armas», confesó Amir.
«Big Shmulik, el jefe del establo lechero de Ma’agan Michael, fue el primero en venir a rescatar la granja y me reclutó para que lo ayudara. En principio, la situación es buena, pero se oyen explosiones todo el tiempo», remarcó.

«Mi hija me escribió diciendo que si yo muriera, habría sido el mejor abuelo. Pero no tengo intención de morir; ahora mismo no tengo tiempo para eso. Todo irá bien. Sólo tenemos que seguir ordeñando las vacas, y estaremos bien. Los que ordeñan, los que trabajan, los que atienden a las vacas y los que cultivan seguro que prevalecerán», cerró, visiblemente emocionado.

IEDIOT AHARONOT

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