(11/12/2015 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. La exposición intensa y sostenida a la luz LED, proveniente de fuentes tan diversas como computadoras, televisores, celulares inteligentes y tablets, preocupa a los médicos y científicos. Y potencia el riesgo de que la contaminación lumínica de cualquier índole acelere el comienzo de patologías de la visión tales como la degeneración macular y algunos tipos de retinitis pigmentosa.
Así lo señaló a la Agencia CyTA-Leloir la doctora María Ana Contín, investigadora del Centro de Investigaciones en Química Biológica de Córdoba (CIQUIBIC), que depende de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba y del CONICET.
El “aumento social” de la exposición a la luz artificial “podría producir disfunción e incluso muerte en células fotorreceptoras (conos y bastones), llevando a una degeneración de la retina”, alertó Contín, autora principal de un informe publicado en la revista “Eye”, del grupo editorial de Nature.
Aunque las distintas fuentes de luz pueden entrañar riesgos, el principal inconveniente que plantean los LEDs es que emiten luz con una alta componente de luz azul. “Dentro del rango visible, las ondas emitidas por los tonos azules son de menor longitud, pero de mayor energía y por esa razón su impacto en la retina es más nocivo”, afirmó Contín.
El problema, dijo la investigadora del CONICET, podría tornarse más complejo entre los adolescentes, quienes utilizan dispositivos iluminados con LED con mayor frecuencia, durante mucho tiempo, y sobre todo en horarios nocturnos, cuando la retina debería tener el “descanso” circadiano necesario para regenerar las membranas de los segmentos externos de los fotorreceptores.
Estudios realizados por Contín, la bióloga Mercedes Benedetto y la ingeniera biomédica María Luz Quinteros-Quintana, también del CIQUIBIC, demuestran que la capacidad fotorreceptora de la retina se ve seriamente afectada en ratas albinas por el exceso en el tiempo de iluminación y por el tipo de luz artificial. Las investigadoras mantuvieron a los animales expuestos a luz LED constante durante seis o siete días y al cabo de ese período encontraron que el número de fotorreceptores (específicamente bastones) disminuye significativamente, es decir, la retina se “degenera”.
“La idea a futuro es extrapolar este modelo a animales de hábitos diurnos y así poder acercarnos a la fisiología del ojo humano”, puntualizó Contín.
Por la evidencia acumulada hasta ahora, la investigadora recomienda limitar en lo posible la permanencia frente a estos dispositivos y respetar al máximo las horas de sueño durante la noche, en plena oscuridad. “De este modo el sistema visual descansa y regenera su fisiología para un nuevo día de exposición”, explicó.
La bióloga Mercedes Benedetto (izq.), la doctora María Ana Contín y la ingeniera biomédica María Luz Quinteros-Quintana, del Centro de Investigaciones en Química Biológica de Córdoba de la Facultad de Ciencias Químicas, dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba y CONICET.