Comienza en Uruguay la campaña de la soja con más esperanzas que realidades
Fuente: Blasina y Asociados, por FAO
En estos días finaliza la siembra más desafiante de los últimos tiempos de la agricultura uruguaya. Es importante por el área que se siembra, repitiendo el récord del año pasado con 1,5 millones de hectáreas. Hay mucho en juego. Hay mucho en juego, además, porque va a ser el intento de revancha de una floja cosecha de invierno. El trigo y la cebada se sembraron en el otoño pasado sin el dato de la gran cosecha que tendría después EEUU. Por el camino el precio bajó respecto a las previsiones, pero sobre todo las lluvias muy por encima de lo normal castigaron una vez más el rendimiento y la calidad del trigo y la cebada.
Para muchos agricultores esta siembra es de revancha. Tras un resultado cercano al empate en el invierno hay que lograr el margen que permita seguir funcionando sin endeudarse. Y mientras en años anteriores se sembraba con un resultado casi asegurado, dado que la soja se sabía que estaría cerca de US$ 500 por tonelada, en esta zafra se viene ofreciendo US$ 370 por tonelada, que para muchos productores es un número que no cierra excepto que se logre una productividad excepcional.
Una buena productividad es posible. El cultivo fue sembrado en fecha, con buena agua en el suelo y, salvo algunas zonas que sufrieron daños por las lluvias del domingo electoral y tienen que ser resembrados, se puede decir que el arranque es bueno. Por otra parte, la perspectiva de un Niño débil en el océano Pacífico se puede marcar como favorable también: lluvias abundantes en verano, pero no necesariamente tan excesivas como en febrero del año pasado.
El problema es que hay un envión de oferta de soja en el mundo que por ahora China sigue absorbiendo, pero que constituye un riesgo formidable. Cuando un año atrás el Mercosur levantó una cosecha récord encontraba un mundo de silos vacíos y compradores nerviosos.
EEUU no tenía soja y tuvo inclusive que importar de Brasil. Pero ahora EEUU acaba de levantar una súper cosecha. De 90 a 108 millones de toneladas. Y eso ya se ha levantado. Solo falta que se distribuya. China ha venido comprando activamente, pero mientras que el consumo chino crece en seis millones de toneladas por año, en forma estable, la producción de EEUU lo ha hecho en 18 millones respecto al año pasado. Y hay más soja por venir.
Ya el viernes pasado la soja tuvo un sacudón a la baja tras la caída del petróleo el viernes pasado. El martes pasado bajó otro escalón y la posición más cercana perdió los 10 dólares por bushell. La posición julio a que se referencia la cosecha uruguaya ha quedado en Chicago sobre los US$ 375, lo que lleva el precio uruguayo sobre US$ 360.
“No puedo plantearme vender a ese precio, no voy a vender por anticipado a un precio al que no me cierra la cuenta”, comentó días pasados un asesor en una reunión en las cercanías de Mercedes.
Faltan muchos meses para la cosecha y, como en un partido en el que se va perdiendo, la espera de la tribuna se centra en el gol salvador que lleve el precio arriba de US$ 400 y permita cerrar una cuenta que viene con pocas reservas tras la magra cosecha de trigo y cebada.
Es un año para compensar el bajo precio en base a rendimiento. Porque buena parte de la soja ha sido sembrada en fecha ideal, es de primera, es decir, no viene en la continuación de trigo u otro cultivo de invierno, y arranca con toda el agua que necesita por mucho tiempo.
Esta semana además varios servicios meteorológicos confirmaron que el océano Pacífico se encamina a una situación Niño. Un verano lluvioso por delante debe permitir que muchos productores superen los 2.500 kilos por hectárea y al menos logren volumen de cosecha.
Pero esas mismas previsiones de una cosecha abundante en el Mercosur, junto a la fuerte baja del petróleo tras la decisión de la OPEP de la semana pasada de mantener la oferta incambiada, llevan a que haya pocos argumentos para esperar una suba de precios.
Si Brasil logra la cosecha récord que se está pronosticando, de 94 millones de toneladas, estará cosechando 7 millones de toneladas más que el año pasado y 12 millones más que en 2012. Argentina, Paraguay y Uruguay mantendrán producciones casi récord, pero es demasiada oferta para que el mercado pueda soportarla. Y el biodiésel, con estos precios del petróleo, ya no es sostén. Las lluvias de esta semana no solo parecen indicar que habrá una gran cosecha en Brasil: el Departamento de Agricultura de EEUU corrigió esta semana al alza su proyección de producción sojera de Argentina de 55 a 57 millones de toneladas, tres millones más que el año pasado.
Muchos productores esperan que EEUU se quede sin soja disponible al momento de la cosecha del Mercosur y que el precio repunte. Tienen razones para esperarlo, porque ha sucedido en años anteriores. Pero es dudoso que eso se repita. A la cosecha del Mercosur este otoño EEUU tenía menos de 4 millones de toneladas de soja almacenada. En el próximo otoño tendrá más de 12 millones. El mundo pasará de 67 a 90 millones de toneladas almacenadas. Es difícil plantearse un repunte de precios con ese marco.
Si los precios se mantienen hay que esperar márgenes muy ajustados para la agricultura por segunda zafra consecutiva. Una de invierno entre el empate y la pérdida condicionan la situación.
Para los productores no se trata solo de esperar un rebote de precios que necesita de un problema climático serio en el Mercosur durante el verano que hoy no se ve venir. También deben empezar una estrategia en todos los frentes para bajar costos. Algunas de las innovaciones en genética que se plantearon quedaron postergadas por los productores, que piensan muchas veces antes de gastar en aquello que no sea estrictamente necesario o que no tengan plenamente testeado.
Habrá restricciones crediticias, habrá empresarios que dan servicios dispuestos a bajar sus precios porque tienen créditos a pagar; habrá baja en el precio de los combustibles, pero cada día de demora sale carísimo en términos de costos. Habrá posiblemente algún ajuste en el precio de la tierra para arrendar, pero eso solo pasa después de malos resultados para quienes arrendaron a un precio que se volvió demasiado alto.
Y en el plano macroeconómico, para el gobierno argentino será un desafío inesperado que llegará en pleno año electoral. Puede parecer un tema extra agropecuario. Pero no lo será tanto si provoca en el mediano plazo una nueva ola de suba para el dólar.
Todo en esta zafra de soja tiene suspenso. El resultado para el productor, pero también el impacto sobre las macroeconomías regionales. Un suspenso que se refleja en la resistencia que tienen los productores a ir cerrando precios. Mientras el año pasado a esta altura había un tercio de los productores que ya había fijado precio para ir cubriendo los costos, este año menos del 10% ha tomado posición, explicó el broker Fernando Villamil en el programa Tiempo de cambio, de radio Rural. La mano viene complicada y el productor sojero es pie (como en el truco). La soja ya está sembrada. El final de la película se sabrá en el próximo otoño.