En su discurso para agradecer el Premio Nobel de Fisiología y Medicina 2013 a su nombre y los de James Rothman y Thomas Südhof, Randy Schekman fue elegante y divertido. Reconoció a la Fundación Nobel por galardonar a la ciencia básica: “Este año, los laureados en las ciencias naturales reflejan el valor de la investigación guiada por la curiosidad”.
Pero ese mismo día, Schekman publicó un artículo en The Guardian que levantó polémica. “Soy un científico. El mío es un mundo profesional que consigue grandes cosas para la humanidad. Pero se ha desfigurado por incentivos inapropiados”, inicia su texto.
Las recompensas en la carrera de un científico “se dan a los trabajos lucidores, no a los mejores”, y así, “no siempre servimos de la mejor manera posible a los intereses de nuestra profesión, por no hablar de los de la sociedad y la humanidad”, asegura Schekman, quien fue premiado por descubrir cómo funciona el delicado y preciso sistema de transporte intracelular.
“Todos sabemos lo que los incentivos deformantes han hecho a la banca y al sistema financiero. Los incentivos que enfrentan mis colegas no son grandes bonos, sino las recompensas profesionales que acompañan la publicación en las revistas prestigiosas, sobre todo Nature, Cell y Science”.
Si bien estas revistas, explica Schekman, publican muchos artículos relevantes, no sólo publican artículos relevantes y tampoco son los únicos que publican investigaciones importantes. Más bien, “estas revistas cuidan agresivamente sus marcas, en formas que conducen más a la venta de suscripciones que a estimular la investigación más importante”.
Las revistas científicas “de lujo” se basan en el impacto de los artículos (el número de citas por parte de otros científicos), pero esto “dice poco de la calidad de la investigación (…) Un artículo puede ser muy citado, porque es buena ciencia o porque es atractivo, provocativo o equivocado. Los editores de las revistas de lujo saben esto y aceptan artículos que harán olas”.
Pero, asegura el científico, “hay una forma mejor (de publicar); está en las nuevas revistas de acceso abierto, que son gratuitas para todos los que quieran leerlas y no tienen que promover suscripciones caras. Nacidas en la red, pueden aceptar todos los artículos que alcancen sus estándares de calidad”. Schekman es editor de una de estas publicaciones eLife.
Las universidades y las instituciones que financian proyectos científicos también tienen un papel importante, al dar fondos y asignar posiciones para investigadores basados en la calidad de la ciencia y no en dónde se publica.
“Tal como Wall Street necesita romper con la cultura de los bonos, que conduce a tomar riesgos razonables para los individuos pero que dañan al sistema financiero, así la ciencia debe romper la tiranía de las revistas de lujo. El resultado será una mejor investigación, que servirá mejor a la ciencia y la sociedad.
SOMOS INOCENTES, DICEN LOS EDITORES
Los editores de Nature, Science y Cell, contactados por The Guardian, comentaron que sus criterios editoriales están estrictamente basados en la relevancia científica y la calidad de los trabajos y que no son responsables del resto de los efectos que menciona Schekman..
“Seleccionamos las investigaciones que publicamos en Nature -dice Philip Campbell, editor en jefe de esa publicación- con base en su relevancia científica. Eso puede conducir a que se cite y a que los medios lo cubran, pero los editores de Nature no se guían por esas consideraciones, ni podrían preverlas aunque quisieran.
“En una encuesta realizada por Nature Publishing Group, entre más de 2,000 científicos, los tres factores más importantes para escoger un revista a la cual mandar sus trabajos fueron: la reputación de la revista, la relevancia del contenido de la revista para su disciplina y el factor de impacto de la revista. Mis colegas y yo hemos expresado preocupación sobre el exceso de relevancia que se le da a los factores de impacto”, dijo.
EPÍLOGO
En su discurso en la entrega de los Nobel, Schekman destacó que a partir de su trabajo y el de sus colegas laureados, que no se hicieron pensando en aplicaciones, se ha conseguido importantes avances en medicina para curar a muchas personas, razón por la que, dijo, “la libertad de investigación debe ser preservada en cualquier plan de gobierno de apoyo a la ciencia”.
Y citó a Louis Pasteur: No existe una categoría científica a la que podamos poner el nombre de ciencia aplicada. Hay ciencias y la aplicación de las mismas, unidas como la fruta y el árbol que la genera y mantiene”.