Por sus contribuciones en el campo de las biociencias, el biólogo e investigador superior del CONICET en la Fundación Instituto Leloir (FIL) fue incorporado como nuevo miembro del organismo que integran unos 2.100 prestigio
BUENOS AIRES – AG.CYTA LELOIR – “Se trata de un reconocimiento importante por parte de la comunidad científica internacional a nuestra labor y trayectoria, algo que me llena de orgullo”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir Wappner, cuya línea de investigación se centra en comprender fenómenos básicos de la biología celular y del desarrollo (hipoxia, autofagia y exocitosis), que tienen relación con diversas patologías humanas.
“Los nuevos miembros de la EMBO han hecho inmensas contribuciones a la investigación fundamental en biociencias y, en muchos casos, su trabajo ha allanado el camino para innovaciones que han mejorado las vidas y el sustento de personas en todo el mundo”, resaltó en el comunicado oficial Fiona Watt, directora de la organización que este año cumple 60 años de existencia.
Y añadió: “Celebramos el papel fundamental desempeñado por los miembros de la EMBO en el fortalecimiento de la investigación internacional en ciencias de la vida y la contribución a los programas y actividades de la organización. Envío mis más sinceras felicitaciones a todos los elegidos”.
Según el anuncio, los seleccionados fueron reconocidos “por logros que cubren el espectro de la investigación en biociencias, desde el avance en la comprensión de cómo se propagan las enfermedades infecciosas y las complejidades de los ciclos de nutrientes de los océanos, hasta los misterios de las redes de señalización celular, los secretos de cómo sobreviven las plantas en ambientes desérticos y los vínculos entre la biología de nuestro cerebro y nuestras emociones”.
Licenciado en Ciencias Biológicas y doctor en Química por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Bueno Aires (UBA), Wappner inició su carrera científica en 1984 como estudiante de pregrado y posgrado en el grupo que dirigía Luis Quesada-Allué en la entonces Fundación Campomar (hoy FIL). Luego vivió tres años en Israel, adonde viajó para realizar su posdoctorado en genética molecular en el Instituto Weizmann, más precisamente en el laboratorio del experto en genética del desarrollo embrionario Benny Shilo.
En 1998 decidió volver al país y al poco tiempo fue incorporado como investigador asistente del CONICET en la FIL. Con los años, su crecimiento profesional le permitió alcanzar el grado de investigador superior, la máxima categoría del organismo. “Durante toda mi carrera me dediqué a la biología celular y del desarrollo, para lo cual recibí fuertes apoyos financieros de la Fundación Wellcome Trust de Inglaterra y, más tarde, del Instituto Médico Howard Hughes de Estados Unidos. Con estos subsidios, sumados a los apoyos constantes e imprescindibles de la Agencia Nacional de Promoción Científica y becas del CONICET, pude equipar mi laboratorio y realizar aportes científicos que fueron reconocidos a nivel nacional e internacional”, enfatizó Wappner.
En la actualidad, el laboratorio de Wappner en la FIL está integrado por ocho personas.
Durante alrededor de 15 años, Wappner mantuvo una colaboración estrecha con el laboratorio de Peter Ratcliffe, del Instituto Francis Crick de Inglaterra, quien en 2019 recibió el Premio Nobel de Medicina. “Fui testigo en primera fila de su crecimiento como científico y de sus principales hallazgos”, aseguró con orgullo.
Desde que regresó al país, Wappner se interesó por promover de manera activa la biología del desarrollo en América Latina. Así, junto a colegas de Chile fundó en 2001 la Sociedad Latinoamericana de Biología del Desarrollo (LASDB), la que presidió entre 2015 y 2019. “La LASDB contribuyó al crecimiento de decenas de estudiantes e investigadores argentinos y de otros países del continente. Para eso, contó con el apoyo y el compromiso de figuras de enorme relieve e influencia internacional como Eddy de Robertis, Marianne Bronner, Alejandro Sánchez Alvarado y Ruth Lehmann, desde Estados Unidos; y Roberto Mayor y Claudio Stern, del Reino Unido; entre otros. Estos científicos fueron importantes en el progreso de mi carrera y en la de muchos otros científicos del país y la región”, resaltó.
Su trabajo
En el laboratorio que dirige Wappner utilizan a la mosca de la fruta Drosophila melanogaster como modelo genético de estudio para comprender fenómenos de la biología del desarrollo y de la biología celular básica que ocurren en todos los animales, incluyendo a los seres humanos. Específicamente, en la actualidad están enfocados en el proceso de autofagia, por el que la célula digiere sus propios componentes para reutilizarlos, y en el de exocitosis, a través del cual las células liberan al exterior hormonas, anticuerpos, factores de crecimiento y otras sustancias. También les interesa entender la adaptación de organismos y células a situaciones de hipoxia, esto es, a bajas concentraciones de oxígeno.
“Todos estos procesos se relacionan con diversas patologías humanas que incluyen el cáncer, infarto de miocardio, diabetes y accidentes cerebrovasculares, entre otras”, explicó Wappner. Y aclaró: “Si bien no procuramos una cura directa, estudiamos los mecanismos celulares básicos que están involucrados en ellos y que podrían, potencialmente, contribuir al desarrollo de terapias el día de mañana”.
Wappner junto a la bióloga Mariana Melani, con quien trabaja codo a codo desde hace 15 años.
En la actualidad, su laboratorio está integrado por ocho personas. En los últimos 25 años dirigió 14 tesis doctorales finalizadas y ahora otras tres, que están en curso. “Muchos de los exintegrantes de nuestro grupo desarrollaron carreras brillantes y hoy dirigen sus propios laboratorios tanto en Argentina como en Alemania, Francia, España y Portugal”, destacó el científico que se suma hoy a la EMBO.Los seis argentinos que fueron designados miembros de esa organización europea en años anteriores son: los doctores en Ciencias Biológicas Fernando Pitossi y Fernanda Ceriani, investigadores del CONICET en la FIL; Alberto Kornblihtt, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador superior contratado del CONICET; Alfredo Cáceres, ex director del Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra (INIMEC) de Córdoba; Gabriel Rabinovich, director del Laboratorio de Glicomedicina del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IByME); y Diego de Mendoza, fundador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR).
Una vida ligada a la UBA
“Debo mi formación a nuestro sistema público de educación, del cual participo muy activamente. He sido docente de la Universidad de Buenos Aires desde mi época de estudiante y en estos años fui ocupando diversos cargos”, sostuvo Wappner, quien pasó por todas las categorías, desde ayudante de segunda hasta profesor. Hoy es profesor titular en el Departamento de Fisiología y Biología Molecular y Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, donde dicta junto a otros colegas la materia Organización y Función Celular. Además, integra el Consejo Directivo de esa Facultad como consejero del Claustro de Profesores.
Casado con la doctora en Química Graciela Boccaccio, también científica del CONICET en la FIL, es padre de dos hijos, Marcos y Daniel. El primero es físico, a punto de doctorarse; el más chico se está por graduar en Ciencias de la Computación. “Los dos se inclinaron por la ciencia y estudiaron en el mismo lugar que nosotros. Y ahora los cuatro somos docentes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA”, se enorgulleció Wappner.
Para celebrar sus 60 años de vida, este año la EMBO realizará su reunión anual del 29 de octubre al 1 de noviembre en Heidelberg, Alemania, donde anunciará los 120 nuevos integrantes. El nombre de Pablo Wappner figura en la selecta lista de invitados.
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