OBESIDAD Y EJERCICIO FÍSICO- EFICACIA COMPROBADA

El ejercicio físico por sí solo revierte factores de envejecimiento prematuro y disfunción metabólica en personas obesas
17 de octubre de 2024
Estudios realizados en la Unicamp. BRASIL,  demostraron que el entrenamiento físico, combinando entrenamiento con pesas y ejercicio aeróbico, mejora el metabolismo de los lípidos, reduce la inflamación y revierte la inmunosenescencia temprana en pacientes obesos y diabéticos

 

María Fernanda Ziegler | Agência FAPESP 

La obesidad promueve una inflamación crónica de bajo grado que deja al sistema inmunológico en constante alerta, generando una sucesión de falsas alarmas en el sistema de defensa del organismo y, en consecuencia, un envejecimiento prematuro de las células inmunitarias. Este fenómeno, denominado por los científicos inmunosenescencia temprana, contribuye a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas o incluso crónico-degenerativas, como diabetes, aterosclerosis y otras afecciones cardiovasculares.

Además de niveles constantes de inflamación, la obesidad también puede desencadenar cambios metabólicos, especialmente aquellos asociados con las moléculas de grasa (lípidos), otro mecanismo demostrado estar involucrado en el desarrollo de la diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas no transmisibles.

Estudios realizados por investigadores de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), con el apoyo de la FAPESP , demostraron que un protocolo de entrenamiento físico de 16 semanas de duración -que combina entrenamiento con pesas y ejercicio aeróbico- logró revertir los dos problemas asociados a la obesidad.

“Además de reducir la circunferencia abdominal, aumentar la fuerza y ​​la masa magra, el protocolo de entrenamiento por sí solo, es decir, sin controlar la alimentación ni las dietas, actuó para revertir el proceso de envejecimiento prematuro de las células inmunes y los cambios en el metabolismo lipídico, sirviendo por tanto como un -tratamiento farmacológico de dos factores extremadamente asociados al desarrollo de enfermedades crónicas. Se trata de resultados importantes que demuestran, una vez más, el papel fundamental del músculo como órgano endocrino”, dice Claudia Cavaglieri , coordinadora del Laboratorio de Fisiología del Ejercicio (Fisex) de la Facultad de Educación Física de la Unicamp.

Como explica el investigador, la reversión sólo es posible porque el tejido muscular activo libera sustancias, conocidas como mioquinas o exercinas, que actúan sobre diferentes mecanismos en todo el organismo. “El músculo tiene un papel endocrino importante. El entrenamiento combinado cambia la composición corporal, genera pérdida de grasa visceral y ganancias de masa magra, mejorando el metabolismo lipídico y la función mitocondrial [de los orgánulos que producen energía para las células], además de reducir la inflamación y, en consecuencia, promover mejoras en los marcadores de salud”, comenta.

En los casos de obesidad, las mitocondrias son incapaces de transformar la grasa en moléculas de energía (una reacción química conocida como fosforilación). “Con el entrenamiento, las mitocondrias empiezan a fosforilar la grasa. Entonces, el individuo acaba utilizando la grasa para generar energía y eso mejora el estado metabólico lipídico del organismo en su conjunto y contribuye a la pérdida de peso”, explica.

En los estudios del grupo, los investigadores también evaluaron marcadores asociados a la inmunosenescencia y al metabolismo de los lípidos en la misma cohorte, compuesta por 167 individuos divididos en tres grupos: obesos, obesos con diabetes tipo 2 e individuos sanos sin comorbilidades. Los participantes del estudio tenían entre 40 y 60 años.

En un trabajo realizado durante el posdoctorado de Diego Trevisan Brunelli , investigadores verificaron, en células del sistema inmunológico (linfocitos T), la expresión de marcadores de expresión de genes de inflamación que intervienen en el proceso de envejecimiento prematuro, así como marcadores de envejecimiento celular. .

En otro estudio resultante del proyecto de doctorado de Renata Garbellini Duft , bajo la supervisión  de Julian Griffin, del Imperial College de Londres, en el Reino Unido, se utilizaron técnicas de lipidómica, que identifican y cuantifican el conjunto de lípidos (moléculas de grasa) en la sangre y en muestras del tejido adiposo de los voluntarios (lipidoma).

Vale la pena señalar que los lípidos desempeñan funciones vitales en las membranas celulares, actuando como reservas de energía, brindando soporte estructural, como precursores de hormonas, transportando vitaminas y permitiendo la señalización celular. Sin embargo, en la obesidad, el metabolismo de los lípidos se desregula, lo que conduce a la acumulación de grasa corporal y al depósito anormal de lípidos en el hígado.

“Cuando medimos marcadores de expresión genética relacionados con la inmunosenescencia, encontramos que, aunque había mucha similitud entre los índices presentados por participantes obesos y obesos con diabetes, el resultado era completamente diferente al de individuos delgados sin comorbilidades. Esta similitud entre obesos y diabéticos obesos probablemente se debió al hecho de que todos los participantes diabéticos estaban bajo tratamiento farmacológico”, explica Cavaglieri.

Los marcadores de inmunosenescencia, sin embargo, volvieron parcialmente a niveles óptimos después de 16 semanas de entrenamiento. Durante el período, los participantes realizaron tres sesiones de entrenamiento semanales de una hora, que implicaron media hora de entrenamiento con pesas y media hora de correr, caminar o andar en bicicleta en una bicicleta estática.

El investigador destaca que la relación entre la obesidad y los dos factores estudiados forma un círculo vicioso. “A mayor obesidad, mayor liberación de grasas a la sangre, mayor inflamación y, en consecuencia, mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles”, dice el investigador a Agência FAPESP .

“Pero el ejercicio físico puede revertir esta situación. Es un protocolo sencillo, que ha sido testado en diferentes poblaciones y está recomendado por las principales sociedades médicas. Mostramos, sin embargo, que, además de las ganancias estéticas, el entrenamiento revierte dos procesos de gran relevancia para la salud y que están relacionados con la obesidad”, destaca.

El artículo El entrenamiento combinado de intensidad moderada induce cambios lipidómicos en personas con obesidad y diabetes tipo 2 se puede leer en: https://academic.oup.com/jcem/article/109/9/2182/7629543 .

El artículo El entrenamiento combinado mejora la expresión genética relacionada con la inmunosenescencia en personas obesas con diabetes tipo 2 se puede leer en: https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/02701367.2023.2299716 .

 

AG. FAPESP

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