Intenta aplacar el fastidio de los socios europeos; según la NSA, otros gobiernos la ayudaron a recolectar datos.
WASHINGTON.- Los líderes aliados de Estados Unidos podrán volver a conversar con la soltura que usaban cuando ignoraban que sus teléfonos estaban pinchados. O al menos sabrán que el presidente Barack Obama, según revelaron congresistas y funcionarios de la Casa Blanca, pondrá fin al espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a sus llamadas y mensajes. Una práctica habitual que las filtraciones a los medios del espía renegado Edward Snowden, ex analista de la CIA, hizo estallar por los aires.
La senadora demócrata Dianne Feinstein, presidenta de la Comisión de Inteligencia del Senado, pidió una «revisión total de todos los programas de inteligencia», luego de las airadas críticas que expresó la canciller alemana, Angela Merkel, la semana pasada, cuando salió a la luz que su celular estuvo pinchado durante más de una década, desde 2002 hasta mediados de este año.
La legisladora por California dijo que la Casa Blanca le había informado que la «recolección de datos de nuestros [países] aliados no continuará».
Según funcionarios contactados ayer por The New York Times, que se expresaron a condición de anonimato, los dichos de Feinstein no serían del todo exactos. Pero sí admitieron que ya se hicieron algunos cambios en la forma de operar de la NSA y que se evalúa realizar más. Sobre todo, el fin de la recolección de comunicaciones de jefes de Estado amigos.
Se desactivarán así los programas de escucha a los líderes aliados, pero de acuerdo con la información las agencias de espionaje norteamericanas seguirán actuando en esos países. El foco estaría en otro lugar, más razonable o menos intolerable para todas las partes, como la seguridad y el terrorismo. A fin de cuentas, su razón de ser.
Además de los objetivos de seguridad, en las últimas semanas se reveló a cuentagotas que los programas del espionaje en territorio aliado se ocupaban de saber qué decían sus presidentes y primeros ministros, y también de hackear a empresas y ciudadanos.
El gobierno de Obama «se reservará el derecho de continuar recolectando inteligencia en países amigos relacionados con la actividad criminal, potenciales amenazas terroristas y la proliferación de armas no convencionales», según las fuentes consultadas por el Times. Quedaría abierta la posibilidad de actuar en caso de que un líder aliado se vuelva hostil o que sus acciones sean consideradas una amenaza.
«Con respecto a la recolección por parte de la NSA de datos de inteligencia de líderes de países aliados de Estados Unidos -incluidos Francia, España, México y Alemania-, permítanme afirmar en forma inequívoca: me opongo totalmente», dijo la senadora Feinstein.
Y agregó que Estados Unidos no debería estar «recolectando llamadas telefónicas ni correos electrónicos de presidentes y primeros ministros amistosos» con el país, a menos que se trate de una emergencia y con aprobación del presidente.
En declaraciones a la cadena de televisión Fusion, Obama reiteró que los operativos de vigilancia tenían como objetivo la seguridad de los estadounidenses y no la información económica, como sospechan los aliados. «Les damos una dirección política […] Pero en los últimos años hemos visto que esa capacidad sigue desarrollándose y creciendo», dijo con respecto a la fuerza operativa de los servicios. «Es la razón por la cual pedí una revisión para asegurar que aquello que somos capaces de hacer no signifique necesariamente que debamos hacerlo.»
Washington encontró ayer un resquicio para enhebrar una defensa, si no para ganar tiempo y tomar aire ante la avalancha de críticas que le llueven a diario por las filtraciones de Snowden, que cada semana le traen nuevos dolores de cabeza.
En respuesta a las denuncias de que la NSA también intervino los teléfonos de millones de ciudadanos de a pie, en Francia y España, el jefe de la agencia, Keith Alexander, afirmó que fueron los mismos europeos los que les suministraron la información a los norteamericanos, en un marco de cooperación entre los distintos servicios de inteligencia.
«No hemos recogido nosotros las informaciones sobre los ciudadanos europeos, sino que estos datos fueron provistos por nuestros socios europeos», aseguró.
Más asertivo aún, James Clapper, director de la agencia DNI, el organismo que aglutina a toda la inteligencia norteamericana, contraatacó cambiando el lugar de víctima y victimario. «Nuestros aliados europeos espían a los líderes de Estados Unidos y a nuestros servicios de inteligencia», sentenció.
LA INTELIGENCIA, FURIOSA CON LA CASA BLANCA
La comunidad de la inteligencia norteamericana está furiosa con la Casa Blanca. En un artículo publicado en Los Angeles Times, varios agentes expresaron su enojo, en forma anónima, con la estrategia de Barack Obama de echarles toda la culpa a ellos por el espionaje, al afirmar que era imposible que el presidente desconociera lo que sucedía.
«[Obama] nos abandonó a nuestro destino, tomando distancia de este escándalo», sostuvo una fuente. «Quizás no haya recibido informaciones específicas sobre el espionaje a los líderes […], pero seguramente todo el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca sabía lo que estaba sucediendo, y sostener lo contrario es simplemente ridículo».
«No está claro cómo se llevó a cabo esta vigilancia», dijeron dos ex altos funcionarios. «Pero si un líder extranjero está bajo control y sus llamados son interceptados, el embajador en el país aliado y el Consejo de Seguridad Nacional […] seguramente reciben informes regularmente», agregaron.
Agencias AP, DPA, AFP y Reuters.