Estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba desarrollaron un nuevo material hecho a base de materia orgánica capaz de favorecer la nutrición de las plantas. El objetivo principal fue resolver la problemática que presentan los suelos salitrosos y la dificultad de cultivo en las zonas afectadas.
Agustina Fuertes (Agencia CTyS) – En Argentina unas 13 millones de hectáreas poseen suelos salino- sódicos que, en un principio, parecieron imposibles de cultivar. Sin embargo, con el paso de los años, distintos científicos pusieron manos a la obra para reparar la superficie y encontrar una opción alternativa que permita recuperar la fertilidad.
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Este tipo de suelos son aquellos que poseen un alto nivel de sales solubles y una dureza tal que impide que las plantas puedan absorber correctamente los nutrientes que brinda la tierra. Esto motivó a que un grupo de tres estudiantes del último año de la carrera de Diseño Industrial de la UNC centraran su trabajo en descubrir una solución para esta problemática rural.
“Empezamos a investigar los residuos de plantas de eucaliptos y pino, y vimos que podíamos utilizarlos para crear un producto parecido al tergopol, pero biodegradable”, explica Matìas Papalini, uno de integrantes del equipo.
Así nació “Surco fértil”, un proyecto pensado como un incentivo para las plantas: “La idea fue generar un ambiente controlado que contenga al cultivo hasta que tenga la fuerza suficiente para penetrar el suelo y aprovechar los nutrientes”, detalla el diseñador.
Un rompecabezas ecológico
Para que el material funcione, la clave está en asegurar que las condiciones ambientales sean las correctas. Por ejemplo, el hongo encargado de ligar los residuos orgánicos deberá estar a una temperatura de 24 grados, y el sustrato tendrá que ser libre de contaminantes para poder ser utilizado.
Una vez superada esta etapa, se lo adapta en formato de módulos y se coloca tierra en la concavidad que posee, donde después serán plantadas las semillas del cultivo elegido. “A medida que pasen las semanas, la semilla se va a transformar en una raíz y va a penetrar dentro de este material que, al ser biodegradable, va a ir formando parte del suelo”, explica Matías Filipic, uno de los diseñadores.
Luego de remover el suelo, se retira la superficie y el sistema se arma como un “rompecabezas” para ayudar a que la raíz crezca fuerte. “Esto es un estímulo y un acompañamiento para el cultivo, porque los suelos salinos tienen todos los nutrientes pero al no penetrar el agua se solidifican e impiden que la planta se desarrolle”, detalla Filipic a la Agencia CTyS.
Viabilidad sustentable
En las zonas más afectadas por los suelos salinos, como Chaco, Córdoba y Buenos Aires, existen alrededor de 25 mil personas con necesidades básicas insatisfechas, y esta condición del terreno les impide generar sus propios alimentos y, en muchos casos, recibirlos.
Esta fue una de las razones por las que los diseñadores decidieron innovar con un proyecto viable. “Queremos que esto se logre con residuos de distintos tipos de producción, como caña de azúcar o trigo, y darle un carácter propio de cada región para que pueda ser elaborado en diferentes puntos del país y desarrollen productos propios”, afirma Papalini.
Según los especialistas, el material posee propiedades muy interesantes y uno de los objetivos principales sería contar con una inversión inicial para “variar la degradabilidad del producto agregándole otros compuestos orgánicos”, aseguran, lo que permitiría ampliar el margen de utilización y llevar este proyecto hacia todo el país.