Las naranjas amargas facilitan el autoconsumo con biogás de las depuradoras de Sevilla
Los naranjos de la ciudad de Sevilla son algo inherente a su paisaje. Con 50.000 ejemplares, forman el naranjal urbano más grande del mundo. El pasado año se inició un proyecto piloto para aprovechar las cáscaras de las naranjas amargas para fabricar compost y la pulpa y el zumo para producir biogás. Gracias a este último, alguna de las depuradoras de aguas residuales de Sevilla está a punto de cubrir por completo sus necesidades energéticas gracias a la mezcla de las naranjas con otros residuos orgánicos.
Por segundo año consecutivo el Ayuntamiento de Sevilla ha derivado la pulpa y el zumo de las naranjas amargas procedentes de sus naranjos urbanos (unas sesenta toneladas) a la producción de biogás junto con otros residuos, principalmente lodos, en la estación depuradora de aguas residuales Copero. Dicha depuradora la gestiona la Empresa Metropolitana de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla (Emasesa).
Según el propio Ayuntamiento, gracias a esta aportación de biogás está cerca de conseguir el autoabastecimiento completo de las necesidades energéticas de la planta. Antes de que incluyeran las naranjas como co-sustrato en los digestores anaerobios, el consistorio informa que cubrían con biogás el 86 por ciento de las necesidades de la depuradora Copero y el 67 por ciento de las cuatro estaciones depuradoras que conforman la red.
“El objetivo es el aprovechamiento en el futuro de toda la producción de naranja amarga de la ciudad para la generación de energía limpia”, aseguran desde el Gobierno municipal sevillano. Gracias a que de cada naranja de extrae la mitad como zumo y la mitad como cáscara, por cada tonelada se generan aproximadamente 500 litros y 500 kilos de cada subproducto. “Las cáscaras y la parte que no se puede aprovechar se llevan a una máquina de compostaje para su transformación en abono que es reutilizado en los campos de la provincia”, añaden.
Biogás, compost, cosméticos y alimentación de cabras
El censo de naranjos en la ciudad de Sevilla ronda los 50.000 ejemplares y las previsiones de recogida para este año es de “5.700 toneladas, tras un aumento del rendimiento del 37,5 por ciento con respecto a la campaña pasada (2019-2020)”, apostillan desde el Ayuntamiento. Este año se han superado ampliamente las 35 toneladas que en 2020 se destinaron para su transformación en biogás en la depuradora de Copero.
Además de los vertederos autorizados y de gestión controlada para la fabricación de compost y cosméticos, el destino de aquellas naranjas que no entra en programa de producción de biogás con explotaciones ganaderas para alimentación del ganado caprino, como también apuntan desde el Ayuntamiento sevillano.
Aunque en este caso la cáscara no se utiliza como sustrato en los digestores. Hace más de diez años la Universidad de Córdoba ya investigaba en este sentido y más recientemente un estudio de Global Omnium, como prolongación del proyecto LIFE ECOdigestión, concluyó que el residuo de naranja tiene un elevado potencial para su uso en codigestión con lodos de depuradoras, incrementando en algunos casos la producción de biogás en 57 kilovatios hora por metro cúbico de residuo.
Javier Rico
********************************************************************
Es difícil determinar en qué momento de la historia se cultivaron frutos que no se podían comer para ornamentar un lugar. Se conservan inscripciones en caparazones de tortuga que indican la existencia de jardines en la dinastía Shang, en el 1600 aC, en los jeroglíficos de tumbas egipcias, en la época de Tutmosis II, y también, por las mismas fechas, en los palacios micénicos. ¿Habría allí algunos frutos que las familias más adineradas y los religiosos cultivaban solamente por su belleza?
Tal vez. Lo que sí es bien conocido es que muchos siglos después, cuando se colonizaron distintos territorios, algunas plantas que producían alimentos en sus países de origen se empezaron a cultivar como ornamentales en los jardines de las clases pudientes europeas.