MITOS y LEYENDAS sobre ALIMENTOS y SUS PROPIEDADES. La Verdad de la Milanesa…

sangucheSe desenmascaran los “mitos” de la alimentación en grupos de mayores. El proyecto “Mitos y creencias erróneas relacionados con la alimentación”, que incluye un estudio sobre hábitos y creencias alimentarios, junto a acciones de formación y divulgación.

Se ha desarrollado, a lo largo de 2015, con personas mayores de 65 años, usuarias del servicio municipal de deportes en Huesca,España. La profesora Teresa Sanclemente y las alumnas María Tamayo y Estefanía Fernández, del Grado en Nutrición Humana y Dietética, han participado en esta iniciativa.

Estudiantes y profesores del Grado en Nutrición Humana y Dietética del Campus de Huesca desenmascaran “mitos” relacionados con la alimentación, en grupos de mayores. El proyecto “Mitos y creencias erróneas relacionados con la alimentación”, que incluye un estudio piloto sobre hábitos y creencias alimentarios, acciones de formación y divulgación, y el diseño de programas de promoción de la salud sobre este ámbito.

Se ha desarrollado, a lo largo de 2015, con personas mayores de 65 años, usuarias del servicio municipal de deportes de la capital oscense. La profesora Teresa Sanclemente ha dirigido esta iniciativa en la que han participado las alumnas María Tamayo y Estefanía Fernández, que han desarrollado sus respectivos proyectos de fin de grado –uno de ellos presentado la pasada semana– en este marco.

Una docena de mitos alimentarios y creencias equivocadas, frecuentes en nuestra sociedad -sobre la oportunidad, para diversas poblaciones y circunstancias, del consumo, entre otros, de pan, lácteos, grasas, frutos secos, huevos o carnes- han servido de eje para esta esta intervención.

 

Tras un primer análisis de los cuestionarios, se realizaron como parte del trabajo de campo, diversas charlas-coloquio dirigidas a los participantes en este estudio.

Las conclusiones de este estudio piloto, a partir de los resultados de las encuestas y la experiencia de los coloquios, se ha concretado en dos proyectos de fin de grado, centrados, respectivamente, en la evaluación de la prevalencia de mitos relacionados con la alimentación en personas mayores, y en la elaboración de un proyecto de intervención para contrarrestar estas ideas erróneas y mejorar los hábitos nutricionales de este colectivo.

El “descrédito” de las grasas, o el de las legumbres

Los cuestionarios utilizados para este trabajo incluían afirmaciones sobre aspectos relacionados con la alimentación, que los encuestados debían de catalogar como verdaderas o falsas. El valor nutritivo y la frecuencia de consumo de determinados productos, su preparación culinaria, cuestiones higiénicas, o de etiquetado formaban parte de los temas planteados en ellos.

Doce mitos y creencias erróneas -que recogemos abajo-han sido, sin embargo, el punto de partida y el eje central de esta encuesta que ha permitido evaluar su prevalencia en función de diversas variables, que pueden influir en los conocimientos y hábitos de los participantes en este campo.

Datos sociodemográficos (edad, sexo, o nivel de estudios, entre ellos), información, real y percibida, sobre su estado de salud, sobre la calidad de su alimentación -en relación al patrón “Dieta Mediterránea”-, y sobre la actividad física que realizan, se estudiaron paralelamente para cruzarlos con las respuestas al cuestionario. También se analizaron las fuentes usadas para informarse sobre estas cuestiones: profesionales de la salud, familiares y amigos, y medios de comunicación, principalmente.

El “descrédito” de las grasas independientemente del tipo que sean, la creencia de que no se debe comer huevo con frecuencia, el desconocimiento de las aportaciones positivas de productos como las legumbres o el pan integral, o sobre aspectos de seguridad alimentaria en las conservas, están entre los aspectos en que las informaciones erróneas se mostraron más extendidas.

Las personas mayores de 80 años y aquéllas con un nivel de estudios básico presentaban un mayor desconocimiento sobre cuestiones de alimentación.

No hubo, sin embargo, una relación directa entre la obtención de información sobre esta cuestión a partir de profesionales sanitarios y otras fuentes especializadas y una menor prevalencia de creencias erróneas.

Esto, señalan las autoras, confirmando las conclusiones obtenidas por el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación que atribuyen a las personas mayores y a las que tienen menos formación, una menor receptividad a la información sobre estos temas.

Doce mitos y creencias erróneas sobre alimentación

Recogemos seguidamente, junto a la explicación que aportan las autoras del estudio, los doce mitos y creencias erróneas, que han sido su eje.

1. Las lentejas tienen mucho hierro, pero nada más. FALSO. Las legumbres tradicionales, como las lentejas, garbanzos o alubias, son alimentos ricos en proteínas de modo que, acompañadas de arroz o patata, entre otros alimentos, constituyen un excelente segundo plato de 2 a 4 veces por semana.Además son ricos en fibra e hidratos de carbono y buenas fuentes de minerales como el hierro así como de ciertas vitaminas. Un aspecto importante en lo que se refiere al hierro es tomar las legumbres con alimentos ricos en vitamina C, como naranjas, kiwi o pimientos, para favorecer que el organismo aproveche bien este mineral.

2. El pan integral engorda menos que el pan normal. FALSO. La diferencia estriba básicamente en que los alimentos integrales contienen una mayor proporción de fibra alimentaria con los consiguientes beneficios demostrados que tiene este nutriente tanto en la regulación del tránsito intestinal como en el control de la glucemia o de los niveles de colesterol. Sin embargo, las diferencias en cuanto a la cantidad de energía que aportan son poco relevantes. Así, 100 g de pan confeccionado con harina refinada (pan común o pan blanco) contiene aproximadamente 275 kcal frente a las 245 kcal del pan integral.

3. La grasa siempre es mala para la salud, sea del tipo que sea. FALSO. Para que la alimentación sea equilibrada es necesario tomar una cantidad suficiente de grasa. Lo que ocurre es que no todas las grasas son iguales. Las procedentes de aceites de semillas o de oliva así como la grasa del pescado son beneficiosas para la salud y deben ser las predominantes. Sin embargo, las grasas de ciertos animales y, sobre todo, las grasas de coco y de palma presentes en muchos alimentos como ingredientes son las que se deben tomar con mucha moderación.

4. Cuando el chocolate es “sin azúcar”, podemos comer todo el que queramos. FALSO. Cuando el etiquetado de un alimento indica “sin azúcar” o “sin azúcares” lo que está informando es que ese producto no contiene estos ingredientes pero no se debe interpretar como que es un alimento sin calorías o que “no engorda”. De hecho, lo habitual es que para proporcionar las mismas características de un alimento convencional contenga otros ingredientes en mayor proporción. En el caso del chocolate “sin azúcar”, si miramos el etiquetado nutricional veremos que no tiene azúcar pero sí tiene un mayor contenido en grasa y, por tanto, aporta más calorías.

5. Después de un atracón, un día de ayuno. FALSO. Aquello de intentar compensar los excesos de una comida dejando sin hacer otra es una práctica totalmente incorrecta y, por tanto, hacerlo un día entero lo es todavía más. El cuerpo necesita que se coma cada cierto tiempo, lo ideal un mínimo de 4 o 5 comidas al día. Por ello, cuando hayamos comido en demasía se deben realizar todas las tomas pero incluyendo alimentos más ligeros (fruta, caldos, pescado, ensaladas) y aportando los líquidos necesarios permitiendo que el organismo se reponga.

6. Los adultos no necesitan tomar leche ni otros lácteos como yogures o queso fresco. FALSO. El principal aporte de calcio de la dieta son los lácteos. Por ello los adultos deben tomar, al menos, tres raciones de lácteos al día y las mujeres, preferiblemente, cuatro. Además, los lácteos también ayudan a alcanzar las cantidades necesarias de vitamina D, tan importante en la salud del adulto mayor. Eso sí, es preferible que sean desnatados o semidesnatados y que, en el caso de la leche, nos aseguremos en el etiquetado que tienen ese aporte de vitamina D.

7. El pescado no alimenta igual que la carne. FALSO. La recomendación es que se alternen como segundo plato ya que ambos grupos de alimentos tienen un valor nutritivo similar. En ocasiones se tiene la creencia de que el pescado alimenta menos que la carne porque proporciona menor sensación de saciedad, “nos llena menos”. Esta cualidad se puede aprovechar tomando el pescado por la noche o bien combinado con un primer plato más contundente.

8. Comer huevo todos los días está prohibido porque tiene mucho colesterol. FALSO. No existe ningún estudio que avale esta afirmación y, de hecho, muchas culturas como las anglosajonas tienen la costumbre de tomar este alimento todos los días.Es cierto que el huevo es un alimento con un alto contenido en colesterol sin embargo, eso no lo convierte en un alimento prohibido. Por un lado, está demostrado que el colesterol de los alimentos es el factor menos influyente en los problemas cardiovasculares. Por otro, se podría decir que es el alimento más completo que hay debido a su contenido en proteínas, grasas saludables, vitaminas y minerales. Por ello, en las recomendaciones generales para la población española, el huevo aparece hasta 3 o 4 veces por semana.

9. El salmón y la sardina no son sanos para el corazón. FALSO. Estos pescados, así como el atún, el jurel, la caballa, etc., forman parte de los denominados pescados azules. Hasta hace un tiempo, muchas personas creían que eran alimentos poco recomendados debido a su contenido en grasa. Sin embargo, la grasa que contienen es poliinsaturada del tipo omega 3 la cual es muy saludable y no solo para cuidar el sistema cardiovascular.

10. Los frutos secos tienen muchas calorías por eso no es recomendable tomarlos. FALSO. Es cierto que las nueces, avellanas, almendras… aportan muchas calorías porque son muy ricos en grasas pero de ningún modo eso hace que no sea recomendable el consumo de una ración de estos alimentos. Los motivos que hacen a estos productos tan saludables son varios: la grasa que contienen es beneficiosa, aportan fibra y otros componentes cuyo papel preventivo de enfermedades está más que demostrado. A veces, el temor a engordar hace que se evite su consumo pero está demostrado científicamente que no hay una asociación entre el consumo de las cantidades recomendadas de frutos secos crudos/tostados (un puñado) y un aumento de peso.

11. La forma de preparar y condimentar la comida no influye en la cantidad de nutrientes de los platos. FALSO. Las distintas preparaciones culinarias a las que se sometan los alimentos determinan y modifican las características nutricionales de los mismos. Así vemos claramente como no es lo mismo una ensalada frente a verdura cocida o guisada, un pescado rebozado que uno al horno, un carne estofada que una carne marinada, etc.

12. Las conservas caseras son siempre mejor que las comerciales. FALSO. Esta afirmación se basa en que las de elaboración propia son las que mayores propiedades nutricionales poseen, lo cual no siempre es cierto ya que los procesos realizados en la industria alimentaria, fundamentalmente los tratamientos térmicos que se realizan para esterilizar y así obtener las conservas, permiten una mejor preservación de los nutrientes del alimento que se conserva. Pero quizás mucho más importante es el hecho de que las conservas caseras tienen un mayor riesgo de contaminación y proliferación de gérmenes por la falta de aplicación de procesos industriales adecuados.

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