Hace un año, el Conicet-Córdoba,Argentina,hacía conocer un trabajo referido a una investigación sobre malezas en los bosques. A veces, los hallazgos que permancen en la bibliografía, adquieren importancia en temas relacionados con futura actualidad. Así pasó, por ejemplo con Alexander Fleming y el P.Notatum. Fué una situación que suele contarse como fortuita. Años más tarde, el inteligente y activo Edward Florey tomó el asunto en sus manos y transformó una posibilidad en revolución bioquímica… Revisando memorias científicas, hemos extraído esta investigación que puede-podría ser aplicada al grave problema sin solución a la vista: las malezas invasoras de nuestro tiempo… E.Z
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01/03/2014 |
Hongos que combaten la maleza
Investigadores cordobeses estudiaron la interacción entre ciertos hongos y las plantas en distintos fragmentos de bosques.
La zona de bosques en Córdoba, en la actualidad, se compone de una serie de fragmentos que persisten entremedio de amplias tierras utilizadas para la agricultura. Los distintos organismos, insectos, plantas y hongos, de dentro y fuera de los parches boscosos, se relacionan y retroalimentan de las maneras más diversas. Sin embargo, hay muchas de estas vinculaciones que no se conocen y, por esto, tampoco se utilizan, por ejemplo, con fines productivos.
En este contexto se ubica la investigación de Gabriel Grilli, becario posdoctoral de CONICET, con la codirección de Carlos Urcelay, investigador adjunto, y la dirección de Leonardo Galetto, investigador principal, ambos de CONICET. Los científicos el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC) se propusieron estudiar el efecto que tienen unos hongos muy comunes en el suelo, llamados micorrícicos, en distintas especies de plantas. Los resultados de la investigación, publicados en la revista Forest Ecology and Management, sugieren que, si bien la interacción con los hongos afecta positivamente a ciertas plantas, pueden ser perjudiciales para el crecimiento de malezas. Esto puede tener importancia económica en las parcelas sembradas aledañas a los bosques.
“Este trabajo surge en el cruce de dos áreas: la ecología de los bosques de Córdoba – inmersos en una matriz productiva- y la ecología de los hongos, en particular los micorrícicos que están en el suelo interactuando con las plantas”, explica Galetto. En primer lugar se buscó conocer en el sistema cómo es la distribución de estos organismos y si cambian en relación a distintas variables del hábitat. Esto implica conocer cuales son los hongos micorrícicos del lugar que se quiere estudiar y analizar si cambia la intensidad y el modo en el que interactúan con las plantas. Además, lo más interesante es poder ver qué consecuencias tiene esta interacción en el funcionamiento de las distintas plantas: si crecen más, si producen más frutos y semillas, etc.
Según comenta Urcelay, especialista en micorrizas, “estos hongos se asocian a las raíces de las plantas y en muchos casos les proveen beneficios. En otros casos pueden ser un poco parásitos”. Una parte del hongo crece bajo tierra y se incrusta en la raíz, forma estructuras y le demanda carbono a la planta, proveniente de la fotosíntesis. A su vez, éste puede otorgarle beneficios como, por ejemplo, la obtención de nutrientes del suelo. No obstante cuando el hongo repercute negativamente en el crecimiento de la planta se supone que es más lo que demanda que los beneficios que le brinda.
En segundo lugar, los investigadores se preguntaron si la fragmentación de los bosques afecta la distribución espacial de los hongos. Para analizar esto, estudiaron un paisaje localizado entre las ciudades de Córdoba y Río Ceballos, donde hay fragmentos de bosques con diversos tamaños y observaron las distintas comunidades de hongos micorrícicos. “Una vez que observamos que había diferencias entre dichos grupos en los distintos fragmentos, pensamos que estas variaciones pueden tener distintos efectos sobre las plantas. Entonces nos preguntamos: ¿Cómo esas diferencias repercuten en el crecimiento y la reproducción de las plantas?”, cuenta Grilli.
Las observaciones mostraron que mientras más grande es el bosque, más aumenta la cantidad y diversidad de hongos y las interacciones con las plantas. Esto se asocia con la disponibilidad de nutrientes en el suelo. “A medida que disminuye el área de los fragmentos, aumenta la disponibilidad de nutrientes en el suelo, o sea su fertilidad. Entonces, el papel de los hongos -que es captar nutrientes y pasárselos a las plantas- es redundante y la interacción se reduce”, concluye Grilli.
Las plantas estudiadas son ruderales, es decir de crecimiento rápido, tipo malezas. Se cree que estos hongos pueden afectar negativamente a dicho tipo de plantas mientras que favorecen a las plantas de crecimiento más lento, como por ejemplo los árboles. En el presente estudio, pudieron observar que, a medida que aumenta la colonización micorrícica –o sea la interacción hongo/planta- las ruderales disminuyen su desarrollo reproductivo.
“Estudiamos dos especies de plantas del género Euphorbia -la estrella federal es un ejemplo de planta ornamental de esta familia aunque arbustiva, mientras que éstas son tipo hierbas- una de las cuales tiene importancia económica ya que es considerada plaga para los cultivos”, asegura Galetto. Otra razón por la que eligieron estudiar estas plantas es que son anuales, tienen un ciclo de vida corto, lo que permite observar los efectos del cambio del ambiente más rápidamente que, por ejemplo, los árboles cuyo crecimiento es mucho más lento.
Además, es sabido que los hongos también tienen efectos positivos en las características del suelo. El cuerpo del hongo está constituido por filamentos muy delgados que forman una red en el suelo. Este entramado le da estructura a la tierra y hace que sea más apta para el crecimiento de las plantas y retenga mejor la humedad.
Por otra parte, los investigadores señalan las posibles repercusiones de las interacciones de los organismos en tierras productivas. La presencia de los hongos y su efecto negativo sobre las malezas no debería reducirse a las áreas de bosque, sino también a las tierras aledañas. La pregunta sería, entonces, cómo interactúan estos hongos con el trigo y el maíz, principales cultivos de la zona. “Para el maíz, la bibliografía dice que la relación con hongos es positiva, mientras que para la soja hay estudios que concluyen que es positiva y otros que no tanto”, concluye Urcelay.
Sobre la investigación:
Gabriel Grilli, becario postdoctoral, IMBIV
Carlos Urcelay, investigador adjunto, IMBIV
Leonardo Galetto, investigador principal, IMBIV
Por Mariela López Cordero