INSTITUTO LELOIR – Ag. Cyta – Sorprendente hallazgo: tras medir 673 mil árboles de más de 400 especies alrededor del mundo, un equipo de científicos ,(que incluye argentinos), descubrió que su tasa de acumulación de biomasa no sólo no desciende sino que aumenta con la edad.
(31/03/2014 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller)-. Al contrario de lo que la mayoría de los científicos pensaba, un estudio internacional demostró que la gran mayoría de los árboles tienen tasas de acumulación de biomasa -principalmente madera- que aumentan con la edad y el tamaño. Este estudio, que acaba de publicar la influyente revista Nature, analizó el crecimiento de 673.046 árboles pertenecientes a 403 especies de zonas tropicales, subtropicales y templadas de todo el mundo.
El estudio liderado por Nathan Stephenson y Adrian Das, ecólogos del Servicio Geológico de Estados Unidos, cuestiona la común creencia de que cuando los organismos vivos envejecen, su crecimiento disminuye.
“La evidencia mostró que mientras un árbol viva, su crecimiento se verá incrementado con la edad”, explicó a la Agencia CyTA el doctor Ricardo Grau, profesor titular de Ecología del Paisaje de la Universidad Nacional de Tucuman (UNT), investigador independiente del CONICET y coordinador del estudio en Argentina. “Los árboles más jóvenes pueden crecer más rápido en una escala relativa (les lleva menos tiempo duplicar su tamaño) pero los individuos viejos incorporan más biomasa absoluta anualmente, principalmente en forma de madera”.
Anteriormente se suponía que el crecimiento de los árboles disminuía con la edad, en especial, porque la mayoría de los estudios sobre la productividad de plantas se desarrollaron a nivel de hoja o de bosques. El nuevo trabajo reveló lo contrario. “Es el primer estudio que analiza la productividad de los árboles individuales con la mayor muestra conocida, que incluye un elevado número de especies distribuidas en diferentes tipos de bosques y en diferentes partes del mundo”, destacó Cecilia Blundo, investigadora asistente y becaria del CONICET en el Instituto de Ecología Regional de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT.
Grau y Blundo, junto a Agustina y Lucio Malizia, de la Universidad Nacional de Jujuy, aportaron datos sobre 7 mil árboles pertenecientes a 32 especies de las yungas, los cuales son monitoreados en sistema de parcelas forestales permanentes establecidas desde el año 1991 en el noroeste de Argentina.
Un ejemplo, descrito en el trabajo, es el de una parcela de bosque maduro en el oeste de Estados Unidos. “Los individuos (árboles) de más de 100 centímetros de diámetro comprendieron sólo el 6 por ciento de los árboles, pero representaron el 33 por ciento del incremento en biomasa”, indicó Grau. “Los grandes árboles de las yungas, como el laurel del cerro y el horco molle no se apartan de esta regla: a mayor tamaño, mayor crecimiento”, agregó.
El estudio tiene implicaciones para el manejo de bosques en lo que se refiere a maximizar el rendimiento de la extracción de madera. “La investigación también podría ayudar a los científicos a desarrollar mejores modelos de cómo funcionan los bosques y su papel en la regulación del clima”, enfatizó Grau.
En el estudio también participaron científicos de Inglaterra, Australia, Panamá, Alemania, Colombia, República del Congo y China, entre otros países.
Investigadores argentinos midiendo diámetros de árboles. Junto a colegas de diferentes países estudiaron la evolución de 673 mil árboles de más de 400 especies alrededor del mundo.
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Ricardo Grau junto a un Cedro (Cedrela lilloi) uno de los arboles más grandes de las yungas argentinas. Foto: Gentileza investigadores.
Por Ricardo Grau y Agustina Malizia*
Es común pensar que los organismos vivos cuando envejecen disminuyen su crecimiento. Esto sucede en numerosas especies animales y lo mismo se ha supuesto para los árboles; pero un nuevo análisis sugiere que en realidad ocurre lo contrario. Nathan Stephenson y Adrian Das, ambos ecólogos del Servicio Geológico de Estados Unidos, lideraron este estudio publicado en Nature (1) en marzo de este año y encontraron que la gran mayoría de los árboles tienen tasas de acumulación de biomasa – principalmente madera – que aumentan con la edad y el tamaño. Este estudio analizó el crecimiento de 673.046 árboles pertenecientes a 403 especies de zonas tropicales, subtropicales y templadas de todo el mundo.
Los autores de esta nota, junto a Cecilia Blundo – becaria doctoral del CONICET en el Instituto de Ecología Regional de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán-, y Lucio Malizia de la Universidad Nacional de Jujuy, participamos del estudio aportando datos sobre 7 mil árboles pertenecientes a 32 especies de las Yungas, los cuales son monitoreados en sistema de parcelas forestales permanentes establecidas desde el año 1991 en el noroeste de Argentina.
En este estudio se calcularon las tasas de crecimiento o acumulación de biomasa a nivel de los árboles individuales, con la mayor muestra conocida hasta el presente, basada principalmente en mediciones estandarizadas de diámetro del tronco y en ecuaciones alométricas que relacionan esta medida con la biomasa total del árbol. Los resultados fueron ampliamente consistentes. Por ejemplo, en una parcela de bosque maduro en el oeste de USA, los individuos de más de 100 centímetros de diámetro comprendieron sólo el 6 por ciento de los árboles, pero representaron el 33 por ciento del incremento en biomasa. Los grandes árboles de las Yungas, como el Laurel del Cerro y el Horco Molle no se apartan de esta regla, en la que a mayor tamaño se da mayor crecimiento.
Un estudio previo (2) mostró tendencias de crecimiento similares para dos de los árboles más altos del mundo – la sequoia (Sequoia sempervirens) y el eucalipto (Eucaliptus regnans) (2), los cuales pueden crecer mucho más allá de 100 metros en altura. En el desierto del valle Calchaqui se encontró el mismo patrón de crecimiento para los cardones (3). El presente análisis global indica que las conclusiones básicas de estos análisis detallados se aplican a casi todos los árboles del mundo.
Los resultados del presente estudio no contradicen la conocida reducción en las tasas fotosintéticas de hojas individuales en los árboles más viejos; ni los estudios que muestran que la acumulación o crecimiento en biomasa en bosques jóvenes es mayor que en bosques maduros. A pesar de que las hojas de árboles viejos son menos eficientes, a nivel individuo esto se compensa porque los árboles viejos tienen más hojas. Los bosques viejos acumulan menos biomasa porque la mortalidad de individuos en estos bosques es alta, pero mientras sobreviva, un árbol continúa incrementando su crecimiento con la edad. Los árboles más jóvenes pueden crecer más rápido en una escala relativa (les lleva menos tiempo duplicar su tamaño) pero los individuos viejos incorporan más biomasa absoluta anualmente.
Este estudio tiene implicaciones para el manejo de bosques, por ejemplo para maximizar el rendimiento de la extracción de madera. En términos más generales, la investigación podría ayudar a los científicos a desarrollar mejores modelos de cómo funcionan los bosques y su papel en la regulación del clima. Estos hallazgos, relativamente simples en lo conceptual pero muy relevantes para la teoría ecológica, ponen de manifiesto la importancia crucial de los monitoreos estandarizados de bosque a largo plazo y de la colaboración internacional en el análisis de grandes bases de datos.
Notas 1. Stephenson, N. L. et al. Nature http://dx.doi.org/10.1038/nature12914 (2014). 2. Sillett, S. C. et al. Forest Ecol. Manag. 259, 976–994 (2010). 3. Halloy S. Ecologia en Bolivia 43, 6-15. (2008)
* Ricardo Grau es investigador independiente y Agustina Malizia es investigadora Asistente del CONICET, ambos en el Instituto de Ecología Regional de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán.