Al interior de los gasoductos y oleoductos que yacen bajo la superficie terrestre circulan corrientes telúricas, es decir, variaciones naturales que tienen su origen en el campo magnético de nuestro planeta.
Estas corrientes, con el paso del tiempo, pueden afectar a las técnicas y procesos de corrosión de los metales, o reducir la resistencia esperada de las tuberías. Se trata de un problema que convoca a diferentes actores: entes gubernamentales, industrias, pero también profesionales de la ingeniería, como es el caso del Grupo de Geofísica, un área de producción científica del Instituto de Geodesia y Geofísica Aplicadas de la FIUBA,-Fac. Ingeniería, Univ. de B.Aires – que trabaja sobre temáticas de gravimetría, geomagnética y mareas terrestres, entre otras líneas de investigación, hace más de una década.
Como explica la Dra. Patricia Larocca, directora de este grupo de investigación con sede en el 3er. piso del edifico de Av. Las Heras 2214, el estudio a largo plazo de las corrientes telúricas requiere de estadísticas de la actividad geomagnética en un territorio determinado y de indicadores que den cuenta de los niveles de las corrientes en una tubería particular. “En las regiones ecuatoriales y de latitud media de la Tierra, como es mayormente el caso de la Argentina, las variaciones del campo magnético se deben principalmente al electrochorro ecuatorial (atmósfera superior), que produce variaciones diarias regulares del campo magnético y tormentas magnéticas producidas por perturbaciones que se propagan desde el Sol. Por su parte, en las latitudes subauroleares, como la provincia de Tierra del Fuego, las variaciones del campo geomagnético pueden deberse a las subtormentas y pulsaciones, originadas por la actividad solar periódica”, detalla la investigadora.
Acerca del impacto socio-económico de estas líneas de trabajo, Larocca menciona una amplia variedad de objetivos, algunos de ellos, auspiciosos para estrechar lazos científicos, tanto a escala local como internacional. Un ejemplo de estas aplicaciones es el desarrollo de un método de testeo de las variaciones de la corriente telúrica in situ, es decir, la posibilidad de un registro magnético durante las inspecciones de tubería, un asunto que, según Larocca, “se puede proponer para un futuro proyecto de colaboración con el Laboratorio Geomagnético de Ottawa, del Natural Resources de Canadá (NRCan)”.