DÍA DE LA MUJER… EMPECINADA – Frances Kelsey, recién contratada en la agencia de seguridad de alimentos y fármacos americana (FDA), resistió las presiones para aprobar la comercialización de la talidomida en Estados Unidos hasta que no se presentara evidencia de su seguridad.
Su tenacidad previno miles de deformaciones y muertes infantiles como las que este medicamento causó en países donde se recetó como remedio para las náuseas en mujeres embarazadas.
Foto:Kelsey recibiendo el premio del Presidente Kennedy en 1962
Frances Oldham nació en Cobble Hill, Columbia Británica, Canadá en 1914. Cuando terminó sus estudios de secundaria, a los 15 años, ingresó a Victoria Collage y más tarde a la universidad McGill, donde obtuvo el título en farmacología en 1934 y la maestría 1935, en la misma disciplina. Su madre tuvo mucho que ver en la carrera científica de Frances. Una de sus hermanas había estudiado leyes y otra medicina y la Sra. Oldham quería este mismo camino para su hija. En una época en que era poco común, Frances creció con el ejemplo de mujeres universitarias a su alrededor.
A sugerencia de un profesor, Frances Oldham escribió al Dr. Eugene Geiling, quien estaba montando el departamento de farmacología de la Universidad de Chicago, para solicitar una plaza para hacer trabajo de posgrado.
La Mujer con nombre de Hombre…
Geiling, asumiendo que se trataba de un hombre, le ofreció un puesto. Nuevamente, su profesor intervino con un buen consejo: “No seas tonta. Acepta el trabajo, firma tu nombre, y pon “Srita” entre paréntesis al final.” La estrategia funcionó y Frances comenzó a trabajar con Geiling en 1936.
Frances Oldham Kelsey con el Dr. E.M.K. Geiling en los años 30. “Cuando vio que era una mujer, casi se cae de la silla”. (fuente)
El Dr. Geiling trabajó con la FDA en la investigación de 107 muertes relacionadas con elElíxir Sulfanilamida. Este proyecto, en el que Frances también participó, descubrió que las muertes se debieron a la utilización de glicol dietileno como solvente, lo que llevó al Congreso americano a emitir la primera legislación estricta sobre medicamentos, alimentos y cosmética en 1938.
Tras terminar el doctorado en farmacología 1938, Frances se incorporó como profesora a la misma Universidad de Chicago y ahí conoció al Dr. Fremont Ellis Kelsey, también profesor, con quien se casó en 1943.
Durante su estancia en Chicago, Frances Kelsey, además de ser profesora universitaria, obtuvo el título en medicina, trabajó como editora en la revista de la asociación americana de médicos (AMA) y tuvo dos hijas.
En este periodo, trabajó con antimalariales, observando que la quinina traspasa la barrera placentaria y que tiene efectos diferentes en adultos y fetos. En su trabajo en la AMA, Frances leía las evaluaciones que los médicos hacían de fármacos. Ella y sus colegas rápidamente aprendían a distinguir cuáles de estos médicos estaban a sueldo de grandes farmacéuticas. Estas experiencias le serían de mucha utilidad más adelante.
En 1954 la familia Kelsey dejó Chicago por Dakota del sur, donde Frances trabajó como profesora de farmacología en la universidad y, más tarde, como médico de familia. En 1960 se mudaron nuevamente, esta vez a Washington, D.C., y es ahí donde comienza a trabajar para la FDA.
En ese entonces, la FDA tenía unas funciones diferentes a las de hoy en día. Las farmacéuticas presentaban una solicitud para un nuevo fármaco y la FDA tenía 60 días para analizar la solicitud.
Si en este plazo la FDA no determinaba que el medicamento fuera peligroso para la salud, basándose únicamente en los datos proporcionados por el solicitante, la solicitud se consideraba aprobada. Ni siquiera se consideraba la eficacia o falta de ella y no tenían laboratorios propios.
Otro problema del proceso es que las pruebas clínicas también estaban totalmente en manos de los fabricantes, pudiendo administrar fármacos de forma experimental sin tener que informar a las autoridades o al paciente. Al momento de la incorporación de Frances Kelsey, la agencia contaba únicamente con 7 médicos a tiempo completo y 4 jóvenes médicos a tiempo parcial para realizar este trabajo.
JUVENTUD
En sus primeros días en la FDA, Kelsey recibió la solicitud presentada por la farmacéutica Richardson Merrell para el Kevadon, nombre con el que comercializarían la talidomida, creada por la farmacéutica alemana Grünenthal en 1954.
Este fármaco ya estaba aprobado y se estaba recetando ampliamente en Canadá, Europa y muchos otros países como sedante, analgésico y para prevenir las náuseas en mujeres embarazadas. Se suponía que era una aprobación sencilla para la recién llegada, pero las cosas no serían así.
Una de las primeras cosas que hicieron a Kelsey dudar de la solicitud del Kevadon fue que muchos de los testimonios presentados eran de médicos que ella sabía, por su anterior trabajo en la AMA, que trabajaban para la industria. Además, se presentaba como totalmente seguro por no haberse encontrado una dosis letal en ratas, pero estos animales tampoco parecían responder a los efectos analgésicos del fármaco, lo que podía deberse a que no estuvieran absorbiéndolo.
Con estas diferencias entre los modelos humanos y animales y la falta de estudios de largo plazo, Kelsey la rechazó la solicitud de Kevadon, argumentando que estaba incompleta y que se requerían más estudios, un día antes del vencimiento del plazo para responder. Durante los siguientes 19 meses,
Richardson Merrell presentó la solicitud 6 veces, contactó con Kelsey en 58 ocasiones (cuando no debería haber habido contacto alguno), amenazó su carrera profesional, presentó quejas a sus superiores y la llamó “burócrata quisquillosa”. Con el apoyo de sus superiores, Kelsey rechazó la solicitud una vez tras otra.
Se comenzaron a reportar casos de efectos adversos (neuropatía periférica, reversible en adultos al descontinuar su uso) en Europa a finales de 1959. Con cada nuevo reporte médico, Grünenthal respondía que era de los primeros reportes al respecto que recibía.
En diciembre de 1960, el British Medical Journal publicó un artículo sobre estos efectos, el cual llegó a ojos de Kelsey en febrero del año siguiente. Sospechando que Richardson Merrell ocultaba más información y dada su anterior experiencia con la quinina, Kelsey pidió detalles sobre los efectos de su fármaco en fetos. La compañia farmacéutica argumentó que estos efectos eran raros y temporales y rechazó realizar estudios en fetos por los costes y tiempo que esto supondría.
NIÑOS CON DEFORMIDAD
Pronto no fue posible seguir ignorando la evidencia. La incidencia de deformidades infantiles se disparó en Europa y estudios encontraron que la causa era la ingesta de talidomida durante los primeros meses de embarazo. Se estima que la talidomida causó la muerte de unos 2.000 bebés y graves deformidades en más de 10.000, más de la mitad de ellos en Alemania Occidental, de donde fue retirada del mercado a finales de 1961, tras ka presión de los medios y la población. Las restricciones a su comercialización tardaron más en los alrededor de 50 países donde también se autorizó este fármaco.
Gracias a Frances Kelsey, Estados Unidos logró evitar la tragedia que otros países sufrieron con la talidomida. Pero no del todo. Richardson Merrell había distribuido Kevadon a más de mil médicos para sus estudios clínicos y, a pesar de sus evidentes efectos y de su retirada del mercado en Europa, la farmacéutica no retiró estas pastillas, simplemente envió una nota a los médicos sugiriendo no recetarlas a mujeres pre menopáusicas. Para alarma de Kelsey, los altos cargos del FDA tampoco consideraron necesario exigir la retirada forzosa de esas pastillas y el público y los políticos se habían quedado tranquilos de que sus reglamentos de seguridad eran tan eficientes que habían logrado evitar un desastre.
Afortunadamente, alguien alertó al senador Carey Kefauver, quien llevaba años abogando por una legislación más dura para la aprobación de medicamentos, sobre la lucha de Kelsey.
Mostrando astucia política, desde la oficina de este senador se filtró al Washington Post lo que había sucedido y este periódico publicó un artículo en primera plana sobre cómo Kelsey había evitado que cientos o miles de niños americanos nacieran sin piernas y brazos.
Tres días más tarde, la FDA ordenó que las pastillas fueran retiradas. Se estima que 20.000 personas habían tomado este medicamento en Estados Unidos y se reportaron 40 casos de bebés afectados. En octubre de 1962 fue aprobada en el Congreso una enmienda a la legislación sobre fármacos que exigía a las farmacéuticas demostrar la eficacia, reportar efectos adversos y solicitar autorización a la FDA antes de hacer ensayos o distribuir fármacos.
Frances Kelsey recibió el Premio del Presidente por servicio civil distinguido de manos de John F. Kennedy, el honor más alto que se puede dar a un civil en Estados Unidos.
Kelsey ayudó a redactar la enmienda legislativa sobre aprobación de medicamentos y continuó trabajando en la FDA, de donde se jubiló en el 2005, a los 90 años.
En 2014, Frances Kelsey se mudó de Washington a Ontario, Canadá con su hija y en junio de 2015 recibió la Orden de Canadá, la mayor condecoración civil de ese país.
La insignia le fue entregada en su casa el día anterior a su muerte, el 7 de agosto de 2015. Frances Kelsey tenía 101 años.
A LOS 101 AÑOS
A pesar de la tragedia, la talidomida ha vuelto al mercado ya que ha demostrado ser eficaz para combatir una variedad de enfermedades, incluyendo algunos tipos de cáncer, algunos síntomas del VIH, la enfermedad de Crohns y la lepra.