En nuestra larga experiencia como «copypasters» tratamos de amoldarnos a los momentos que se viven. Rastreando en este inmenso mar de la información, sintonizamos algún comentario que tenga atingencia con el delicado momento que vive la Familia Científica de la Argentina.
Presupuestos acotados. Puesta en duda de necesidades académicas. Inversión y resultados. Diatribas políticas… Ataques personales. Todo se resume en el objetivo que se impone cada grupo social, o país, ante el tema del ya presente futuro científico y tecnológico del mundo.
Hoy transcribimos una visión interesante – vendrán otras – sobre este inquietante y urgente asunto.
He aquí como lo ven dos estudiosos cubanos. Escrito en un momento de su impronta política, y quizás antes de la «explosión cibernética » no deja de tener poder informativo. Ya publicaremos opiniones de otras latitudes…
DCA
Autores: Suárez Rodríguez, G. y Tovar Horta, M.: «La política científica: algunas razones para su existencia «
La importancia de la ciencia y la técnica en pleno siglo XXI está fuera de discusión. La ciencia y la tecnología se difunden por el mundo a un ritmo acelerado, en estrecha relación con los procesos económicos; políticas sociales fundamentan estrategias y políticas globales de desarrollo. La tecnología se ha convertido en un factor de poder en las relaciones internacionales, ambas son procesos sociales encaminados al propio desarrollo de la humanidad.
Muchos ciudadanos comprenden, en sentido general, la ciencia y la tecnología. Sin embargo, pocos poseen conocimientos acerca de su naturaleza y surgimiento, así como las vías y estrategias encaminadas a su dirección. En este trabajo pretendemos exponer algunas de estas cuestiones.
Antecedentes del surgimiento de la política científica:
La primera fase de la ciencia, conocida como la fase amateur, transcurrió aproximadamente entre 1600 y 1800. Se desarrollaba fuera de las universidades y alejada del gobierno y la industria. Su rol social no era hacer ciencia. Se dice que de 1600 a 1800 la ciencia aprendió mucho de la técnica, pero le enseñó poco. La primera revolución industrial ocurrida hacia 1780 fue más que un avance de la ciencia; esa revolución industrial colocó las bases de la moderna sociedad capitalista, nacida en Europa y expandida luego por todo el mundo
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La fase académica de la ciencia tiene lugar entre 1800 y 1940. La labor fundamental insiste en la búsqueda, como valor supremo adquiriendo autonomía. Se promulga una ideología cientificista, pues la investigación era libre y lo importante era publicar los resultados. La institucionalización de la ciencia fue su característica fundamental.
La intervención gubernamental se fue consolidando durante la Segunda Guerra Mundial. El proyecto Manhathan abre una nueva época para la ciencia; megaproyectos orientados hacia fines prácticos, activa intervención gubernamental, trabajo multidisciplinario, gran complejidad organizacional, cuantiosos recursos son rasgos que caracterizan la Big Science que desplaza a la Little Science (1)
Desarrollo:
La importancia de la ciencia y la técnica en pleno siglo XXI está fuera de discusión. La ciencia y la tecnología se difunden por el mundo a un ritmo acelerado, en estrecha relación con los procesos económicos; políticas sociales fundamentan estrategias y políticas globales de desarrollo. La tecnología se ha convertido en un factor de poder en las relaciones internacionales, ambas son procesos sociales encaminados al propio desarrollo de la humanidad.
Del mismo modo que surgen conceptos como política económica, política en salud o política exterior aparece el concepto de política científica.
¿Qué entender por Política científica?
En 1898, Ramón y Cajal escribía «La prosperidad duradera de las naciones es obra de la ciencia y de sus múltiples ocupaciones al fomento de la vida y de los intereses materiales».
En este sentido, el Estado, sus dirigentes y la propia sociedad deben estimular, motivar y promover una cultura científica encaminada al desarrollo social.
Según Herrera (2004), es la «proyección estratégica de la ciencia y la técnica: traza las estrategias y las vías para dirigir la ciencia y la técnica en aras de alcanzar determinados objetivos en interés del desarrollo de una institución, de una región o del país». Su fin fundamental es elevar la eficiencia, la eficacia y la excelencia de la ciencia y la tecnología.
Muchos ciudadanos comprenden, en sentido general, la ciencia y la tecnología. Sin embargo, pocos poseen conocimientos acerca de su naturaleza y surgimiento, así como las vías y estrategias encaminadas a su dirección. En este trabajo pretendemos exponer algunas de estas cuestiones.
Antecedentes para un surgimiento.
Según Woolgar (1991) en su libro Abriendo la caja negra, la organización institucional de la ciencia ha atravesado por tres grandes etapas: amateur, académica e industrial. (Nuñez, 1999)
La primera fase de la ciencia, conocida como la fase amateur, transcurrió aproximadamente entre 1600 y 1800. Se desarrollaba fuera de las universidades y alejada del gobierno y la industria. Su rol social no era hacer ciencia.
Se dice que de 1600 a 1800 la ciencia aprendió mucho de la técnica, pero le enseñó poco. Así, por ejemplo, la primera revolución industrial ocurrida hacia 1780 fue más que un avance de la ciencia (Herrera, 1994). Esa revolución industrial colocó las bases de la moderna sociedad capitalista, nacida en Europa y expandida luego por todo el mundo.
Sobre los rieles del capitalismo en expansión y sirviéndole de motores se fueron difundiendo por el mundo de la ciencia y la tecnología. (1)
La fase académica de la ciencia tiene lugar entre 1800 y 1940. A diferencia de la primera, aquí el trabajo científico sí transcurre en las universidades con una mayor especialización. La labor fundamental insiste en la búsqueda, como valor supremo adquiriendo autonomía. Se promulga una ideología cientificista,
pues la investigación era libre y lo importante era publicar los resultados. La institucionalización de la ciencia fue su característica fundamental.
La intervención gubernamental se fue consolidando durante la Segunda Guerra Mundial. El proyecto Manhathan abre una nueva época para la ciencia; megaproyectos orientados hacia fines prácticos, activa intervención gubernamental, trabajo multidisciplinario, gran complejidad organizacional, cuantiosos recursos son rasgos que caracterizan la Big Science que desplaza a la Little Science (1).
Diseñar políticas científicas y tecnológicas, preparar individuos para desarrollar la gestión en ciencia y tecnología mediante programas de postgrado era necesaria, pues al término de la Segunda Guerra Mundial la Ciencia y Tecnología habían desempeñado un papel decisivo en la guerra y lo harían más en el futuro.
En los años 50 el propósito fundamental era acelerar el desarrollo económico de los principales países capitalistas aunque el Estado en la URSS tuvo como prioridad dentro de las estrategias el desarrollo científico-tecnológico, reflejo de esto es cuando en 1957 es lanzado al espacio el primer satélite, en respuesta Estados Unidos diseñó y llevó a cabo en 1969 el Proyecto Apolo. En los países industrializados se comienza a consolidar una relación estrecha entre Ciencia, Tecnología y Producción, donde la ciencia constituye el elemento más dinámico. Además, introduce cambios en la actividad científica y en su relación con la sociedad.
En la segunda mitad del siglo se industrializa la ciencia, aunque la cual no acaba con la ciencia académica. En los años 70, aparejado con la crisis económica capitalista se desencadena la Tercera Revolución Industrial. Dentro de sus fundamentos básicos se encuentra la computación, la energía nuclear y los descubrimientos básicos del código genético.
En las industrias más desarrolladas decrecía la productividad, el patrón industrial se encontraba agonizando, entonces se inicia una carrera por rescatar el dinamismo de la industria mediante la innovación tecnológica, consolidándose un nuevo paradigma tecnológico, correspondiendo el liderazgo al sector electrónico.
Este nuevo poderío científico-técnico se encontró en Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón e Inglaterra, lo cual trajo influyó en el poder económico y militar.
Las consecuencias del impacto del desarrollo de la ciencia y la técnica han sido extraordinarios para la sociedad.
La propia historia de la ciencia transporta su condicionamiento social y nos revela una línea ascendente de comprometimiento social y nos revela una línea ascendente de estructuras políticas y económicas de la sociedad con la institucionalidad de la ciencia. Para el capitalismo, un hito fundamental lo marcaría la Segunda Guerra Mundial y la generalización de la práctica gubernamental de establecer políticas para la ciencia y la tecnología.
¿Se han transformado las políticas científicas?
Una mirada a la evolución histórica del desarrollo de la ciencia y la tecnología como hemos realizado anteriormente, nos mostró cómo en la segunda mitad del siglo XX se produjeron cambios sustanciales en la relación ciencia tecnología y sociedad, los cuales han estado estrechamente vinculados a las grandes tendencias económicas, políticas y militares, desarrolladas a lo largo de la humanidad y que en este sentido solo se pueden comprender la ciencia y la tecnología si se les examina en relación con el contexto social que los constituye, al definir su orientación, ritmo y función social.
Y es que la propia sociedad es quién ha determinado la trayectoria del desarrollo científico-tecnológico, sirviéndose para esto de políticas y estrategias encaminadas a ese fin.
Según, Arocena, (1995), a lo largo de este siglo estas políticas han evolucionado y pasado por tres fases principales .
Políticas científicas.
Políticas para Ciencia y Tecnología.
Políticas de innovación o sistemas nacionales de innovación.
El período de las políticas científicas va desde fines de la década del 40 hasta los 60. Estaban inspirados en el modelo tiempos bélicos: muchos recursos y grandes programas. El supuesto fundamental era la ciencia que se convertiría en tecnología y ayudaría así a la economía predominando la inversión en el gasto militar, exceptuando Japón y Alemania.
Las políticas para la ciencia y la tecnología se corresponden con la finalidad del optimismo con respecto al rendimiento del gasto en innovación y desarrollo, enfatizándose la relación entre Ciencia y tecnología dando prioridad a las ciencias duras y a las ingenierías estimulándose el I + D industrial y la investigación aplicada.
En política para la innovación se mantienen los rasgos anteriores reforzando la idea del cambio teórico como un fenómeno distribuido que tiene lugar en diferentes escenarios y con la participación de agentes sociales.
Durante esta fase se impone la relación entre universidades e industrias y proliferan las redes de colaboración, prestando atención a dos cuestiones fundamentales: diferentes formas de aprender haciendo en las empresas y al aprendizaje por interacción entre diferentes agentes.
Afirma Núñez Jover (1999), que el cambio técnico se aprecia como un proceso social que abarca la creación científico y técnica, la innovación en sentido estricto, la introducción de algo nuevo en la producción, en la economía cambios que puedan ser radicales o incrementables, difusión de las innovaciones, lo cual ha implicado transformaciones para las diversas políticas trazadas.
Es decisivo a la hora de trazar las estrategias y las vías para dirigir la ciencia y la técnica, pues ciencia, tecnología y sociedad se encuentran en una estrecha interconexión, donde el conocimiento no se encuentra ajeno a la sociedad, ya que el propio hombre es quien lo promueve y desarrolla.
Conocer es poder, lo cual hace que forme parte de las propias desigualdades y oportunidades del entramado social.
Es cierto que el propio progreso científico-tecnológico ha proporcionado a la humanidad poder (quien tiene la información tendrá el poder), pero es hora de saber cómo utilizar ese poder a favor del hombre y dejando atrás su concepción de dueño omnipotente del mundo y lo que le rodea.
Cuando nos referimos al bienestar del ser humano no tiene que necesariamente implicar daños a la naturaleza. Es por ello que “la propia objetividad y veracidad en que estos se encuentran con respecto a los objetivos que rigen la dinámica natural”. (2)
Hacia donde van
Resulta contradictorio deslindar en qué época se dieron los primeros pasos en el intento para generar estadísticas de ciencia y tecnología; estos dos ámbitos comienzan a ser asociados y estudiados con fines estratégicos al final de la década del 50 y es también cuando se comienza a hablar de política científica como bien hemos analizado anteriormente.
Precisamente la tradición marxista de la ciencia incluyó la atención a desarrollar una perspectiva interdisciplinaria vinculada al objetivo de fundamentar las políticas científicas.
Las políticas científicas solo se conformaban en la URSS y en los países capitalistas desarrollados hasta la Segunda Guerra Mundial. En los continentes de Asia, África y América las estrategias con respecto a la ciencia y a la tecnología se enmarcaron solamente a “la recepción de las tecnologías para la explotación colonial y semicolonial de los naturales, bióticos y abióticos, y al propio tiempo, al estudio de estos como objetos que en el plano puramente científico, aumentaban la cantidad de conocimientos sistemáticos sobre la naturaleza y de una competencia que debe lograrse en el transcurso de un desarrollo sostenible”.
El surgimiento de la política contemporánea tiene su antecedente en la respuesta a las preguntas formuladas por el presidente Roosevelt al Director de la Office of Scientific Research on Development (OSRD) de los Estados Unidos Vanevar Bush, en una carta a finales de 1944. Las preguntas formuladas fueron sobre cómo aprovechar el stock de conocimientos disponibles en beneficio del bienestar de los ciudadanos. Cómo orientar las futuras investigaciones para el logro de conocimientos útiles. Con qué instrumentos puede el Estado disponer de una materia tan delicada. Cómo descubrir los jóvenes talentos y alentar las futuras vocaciones.
Influenciados por los acelerados cambios en la economía, la ciencia y la tecnología en los países de mayor desarrollo de las fuerzas productivas se ha ido pasando de lo que se llamó en un momento determinado Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología a lo que hemos denominado Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica.
Esto implicó necesariamente trazar estrategias y políticas para organizar el desarrollo de estas actividades que permitieran la integración de una manera más eficiente la generación de conocimientos científicos y tecnológicos con la utilización económica y social de los mismos en la búsqueda de una competencia que debe lograrse en el transcurso de un desarrollo sostenible.
Ante un escenario diferente en paradigmas tecno-económicos y sociales nuevos, se precisa, que todos los factores que inciden en el desarrollo actúen armónicamente para el logro de un equilibrio incluyendo la ciencia, la técnica, la economía, la política, la ecología, la equidad social, entre otros, con vista a lograr un desarrollo sostenible. Lo anterior expuesto exige, además, de voluntad entre los principales directivos, de las políticas científicas a seguir, de un espacio objetivo en las relaciones internacionales y sobre todo de la participación social para el logro de estas transformaciones.
En las últimas décadas ha existido un incremento en la inversión en la actividad científico-tecnológica debido a la creciente importancia que se le concede a las políticas para la innovación en los países industrializados. Sin embargo, en los países latinoamericanos la realidad actual se presenta de forma diferente. Tanto la política científica como la política tecnológica y de innovación no trasciende con acciones concretas encaminadas a la innovación y el desarrollo, muy por el contrario se queda en el plano especulativo que unido a otros indicadores constituyen expresión de retroceso y estancamiento.
En este ambiente caracterizado por la incertidumbre y la escasez de recursos, no se concibe una administración eficaz de las actividades de ciencia y tecnología sin un mecanismo de evolución, sin una herramienta que nos permita evaluar los resultados y esfuerzos en estas áreas contribuyendo así a trazar y definir nuevas estrategias correctivas.
En el contexto latinoamericano la preocupación actual por las políticas científicas y tecnológicas es un fenómeno que guarda relación con el advenimiento de un nuevo ciclo de estrategias y vías para dirigir las actividades científicas y tecnológicas en la propia región, así como las transformaciones que a nivel global sufren sistemas de investigación e innovación.
Organismos internacionales como la UNESCO y el Banco Mundial (1999), en la conferencia de Budapest y en el Informe Anual han debatido la importancia del contenido científico y tecnológico. Una mirada a estos informes nos permite valorar que sus propuestas no permiten modificar la realidad actual. Por solo citar un ejemplo, en la reciente Conferencia Mundial de la Ciencia se destacó la interdependencia de todas las naciones y postula el objetivo común de preservar los sistemas de sustentación de la vida en el planeta.
Dicho sea de paso, hace una mención colateral a posibles efectos negativos de las Ciencias Naturales (las Ciencias Sociales agradecidas. En ese sentido, acepta que ésta “ha provocado impactos negativos, tales como la degradación del medio ambiente y el desarrollo. Proclama la necesidad de establecer prioridades y vuelve con el tema de veinte años atrás, respecto a compartir el saber afirmando que los beneficios derivados de la ciencia están desigualmente distribuidos a causa de las asimetrías”.
En un fenómeno señalado con anterioridad, en 1932 fue admitido por Korkheimer “si la ciencia se ha convertido en una fuerza de producción, entonces reproduce la estructura social”.
Una mirada crítica al surgimiento de las políticas científicas nos permite analizar las condiciones en que surge, supuestamente, la intención de utilizar la ciencia en beneficio de la paz al igual que sucedió en la Segunda Guerra Mundial.
La Asociación Británica para el progreso de la Ciencia en 1941 organizó una Conferencia Internacional donde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña expresó que “el gobierno debía llamar a los hombres de ciencia para que ayudaran en la causa por la que luchaban y que las necesitaría aún más en la causa por la que lograrían la paz”.
Es importante hacer análisis que nos conlleven a reflexionar sobre la repercusión social de las políticas científicas trazadas teniendo en cuenta los factores sociales que influyen en el cambio tecnológico y a la vez evaluar su objetividad, o sea, que respondan a los intereses sociales, lo cual implica credibilidad y apoyo público. Deben velar por la integridad intelectual y profesional de las investigaciones.
También es de suma importancia la cooperación entre los países subdesarrollados para la búsqueda de soluciones que les permitan avanzar en tan adversas condiciones. Dentro del concepto de desarrollo sustentable se puede ganar bastante al desarrollar y transferir tecnologías entre los países subdesarrollados que se adapten a sus propias condiciones la que juegan un papel significativo dentro de los objetivos de desarrollo a alcanzar por estos países, consolidándose a nivel interregional y regional.
Hoy nos enfrentamos ante la necesidad imperiosa de implementar políticas de ciencia y tecnología e innovación de una manera cada vez más globalizada. Encarar este reto constituye un elemento básico para alcanzar modelos viables de desarrollo. Por tanto, se precisa con ese fin planificar y ejecutar políticas públicas en ciencia y tecnología con un carácter urgente, los gobiernos necesitan contar con información que reflejen objetivamente las capacidades de sus sistemas de ciencia y tecnología e industria.
En el caso de Cuba, en particular desde principios del triunfo de la Revolución estamos conscientes que el desarrollo de la actividad científica y tecnológica no exige solamente de las naciones aparte de la transferencia de tecnología y el financiamiento externo. Las políticas científicas han estado encaminadas a construir la base científica y tecnológica nacional.
Desde el comienzo se tuvo presente para trazar la política científica nacional el principio de la unidad del progreso técnico con el progreso social, en función de las prioridades fundamentales del desarrollo del país. Aún en los momentos más difíciles, incluso de amenaza de agresión, se dejó de impulsar las tareas encaminadas al progreso científico-tecnológico.
Como consecuencia de la desaparición del campo socialista en Europa Oriental y la URSS, Cuba se vio obligada a insertarse en un mundo unipolar lo cual produjo transformaciones en la dirección de la ciencia y la técnica.
En este sentido la propia práctica condicionó la superación del modelo anterior, surgiendo objetivamente la necesidad de proyectar e implementar estrategias para organizar el desarrollo que permitieran integrar holísticamente la generación del conocimiento en función del desarrollo económico y social del país.
En un contexto social caracterizado a nivel mundial por un alto grado de globalización y de la inversión más desarrollo la economía nacional necesita aumentar exportaciones, reactivar las producciones agrícolas e industriales, además de sustituir importaciones. Lo anterior ha implicado emplear conocimientos científicos de forma sistemática e intensiva vinculando desde la educación y la investigación hasta la distribución, producción y consumo. Se han establecido las pautas que dominan esencialmente la generación y explotación de la tecnología, así como los mecanismos y reglas para asegurar la calidad y protección de la propiedad intelectual.
Además, los procesos de innovación tecnológica se evalúan y regulan de acuerdo con las estrategias e instrumentos propios de la esfera. Toma en cuenta que en el cambiante ambiente económico, el centro de gravedad de las acciones de innovación tecnológica se mueven de una manera visible desde el planteamiento central hacia un rol incrementado de las unidades productivas. A esos fines, se conforma paulatinamente un Sistema Nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica.
Conclusiones
Todo lo anterior nos permite concluir diciendo que la interconexión entre ciencia, tecnología y sociedad, al igual que las políticas destinadas a ese fin, han variado a lo largo de la historia. Sin embargo, el propósito de trazar políticas científicas nace como una necesidad histórica ante el impacto del desarrollo de la ciencia y la tecnología en un contexto social marcado, fundamentalmente, por la Segunda Guerra Mundial. La propia sociedad ha determinado la trayectoria del desarrollo científico y tecnológico, para lo cual se ha servido de políticas y estrategias encaminadas a ese fin.
Los países de América Latina están hoy enfrentados a la necesidad de diseñar nuevas políticas científicas donde la ciencia y la tecnología constituyan instrumentos para alcanzar el desarrollo sustentable, combatir la pobreza y tener una sociedad más equitativa.
Referencias Bibliográficas:
Núñez Jover, Jorge. (1999). La ciencia y la tecnología como procesos sociales. En: Tecnología y Sociedad. La Habana: Editorial Félix Varela; 1999. p. 43-62.
Díaz Caballero, José Ricardo (1999). El desarrollo científico-técnico y la interrelación sociedad-naturaleza. En: Tecnología y Sociedad. La Habana: Editorial Félix Varela; 1999. P. 169-177.
García Capote, Emilio. (1998). “Surgimiento, evolución y perspectivas de la política científica y tecnológica en Cuba (1959-1995). En: Tecnología y Sociedad. La Habana: Editorial Félix Varela; 1999. P. 383-406.
Albornoz, Mario (2001). Política científica y tecnológica: una visión desde América Latina. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, Septiembre, número uno.
Armenteros Acosta, María del Carmen; Vega García, Caridad. La innovación tecnológica: condicionamiento e impacto social. En: Tecnología y Sociedad. La Habana: Editorial Félix Varela; 1999. P. 127-135.