Cuando la anciana Marianne Winkler encontró este año una botella en una playa de la isla de Amrum, en Alemania, poco podía imaginar que el mensaje que llevaba dentro lo habían mandado oceanógrafos británicos hacía casi 110 años. El objetivo de los remitentes era realizar investigaciones pesqueras, y su recompensa por encontrar el mensaje, un chelín, ya ha sido entregada a la descubridora.
SINC | | 25 agosto 2015 11:30
Una de las botellas (izquierda) que envió el biólogo marino G. P. Bidder (derecha) entre 1904 y 1906 para estudiar las corrientes en el mar del Norte. La anciana Marianne Winkler ha encontrado una muy parecida en la isla alemana de Amrum. / MBA archive
El que podría ser el mensaje más antiguo encontrado en una botella hasta ahora apareció el 17 de abril de 2015 en la costa de la isla alemana de Amrum, cerca de la frontera con Dinamarca. Lo encontró Marianne Winkler, una empleada de correos jubilada, mientras paseaba por la playa.
En un pedazo de papel del interior ponía: “Romper la botella”, y así lo hicieron la señora Winkler y su esposo, tras intentar primero sin éxito extraer el contenido. Dentro había una postal sin fecha escrita en inglés, alemán y holandés encabezada con el texto Investigaciones pesqueras y donde se formulaba al destinatario preguntas como dónde y cuándo había encontrado la botella.
Las botellas de Bidder fueron una poderosa herramienta para estudiar las corrientes por el fondo marino
Por el otro lado de la postal se informaba de que la recompensa por el hallazgo era un chelín, y que había que enviarla a la Asociación Biológica Marina de Plymouth (Inglaterra). Así lo hizo la pareja alemana, y cuando llegó el sobre a la institución oceanográfica británica “hubo un gran revuelo”, según señaló Guy Baker, su responsable de comunicación.
Desde la Asociación Biológica Marina (MBA, por sus siglas en inglés) han explicado que la botella se liberó en el mar del Norte entre los años 1904 y 1906 como parte de una investigación llevada a cabo por el biólogo marino George Parker Bidder, que llegaría a ser presidente de esta asociación.
Las ‘botellas de fondo’ de Bidder (así las llamaba el científico en sus notas) fueron una poderosa herramienta para estudiar las corrientes que discurren por el fondo oceánico. Estaban especialmente diseñadas para flotar a poca distancia del lecho marino y que pudieran ser capturadas por las redes de arrastre.
Una superviviente centenaria entre 1.020 botellas
De las 1.020 botellas que se liberaron desde el MBA entre 1904 y 1906, se recuperaron un 55 % anualmente gracias a las capturas de los pescadores, pero algunas nunca volvieron. Ahora, más de 100 años después ha aparecido la de Amrum.
El experimento de Bidder reveló resultados interesantes, como la confirmación de la opinión que tenían los naturalistas de su época al suponer que algunos peces y otros animales del fondo tienden a moverse en dirección contraria a las corrientes. En concreto, se comprobó que el rumbo principal de las botellas parecía ir en dirección opuesta a la migración de la solla (Pleuronectes platessa), un pez plano con aspecto de lenguado.
Los resultados de aquellos estudios también sirvieron para evaluar la intensidad de la pesca de arrastre, además de aportar nuevos datos oceanográficos, que ahora cuentan con una muestra más, llegada desde Alemania. Por su parte, la descubridora y su marido han recibido con satisfacción el chelín prometido como recompensa.