INTERESANTE : CARTOGRAFÍA SOCIAL

“Poblaciones”: una plataforma que permite construir mapas virtuales a partir de datos públicos de Argentina

El sitio de cartografías impulsado por científicos del CONICET y la UCA recibe más de 50 mil visitas mensuales.

BUENOS AIRES – CONICET


“No es una plataforma común de georreferenciamiento, es mucho más que eso”, define Agustín Salvia, investigador del CONICET, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), quien junto a Pablo De Grande, también investigador CONICET en el Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS) de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA) y del CONICET, desarrollaron “Poblaciones”, una plataforma online abierta y gratuita para consultar, subir y descargar datos sociales y crear cartografías de la Argentina. Si bien la iniciativa lleva casi diez años, se formalizó en un convenio de investigación y desarrollo entre el ODSA y el CONICET en 2019 y hoy cuenta con más de 50 mil visitas mensuales. “Poblaciones es una plataforma de datos que es abierta y está viva. El que quiere puede subir sus propios datos y crear un sistema de información para usarla como quiera”, asegura Salvia.

Hasta su puesta en línea, las plataformas de datos en Argentina no incluían fuentes de información socioterritorial de la población tan diversa y centralizada en un único lugar. Tampoco existía una herramienta simple que segmentara la información en municipios, barrios o localidades específicas. Cuando se creó Poblaciones, sus impulsores identificaron que uno de los conocimientos académicos cruciales a volcar en la nueva plataforma podían ser las fuentes de datos preexistentes: pretendían atender a la demanda de circular y acceder a datos estadísticos y de gestión de la población con una plataforma online, abierta y colaborativa con información social, espacial, política, económica, sanitaria y educativa del territorio argentino.

“Alrededor del 2015, hace ya casi diez años, comenzamos a armar junto al investigador del CONICET Pablo De Grande, gracias a sus conocimientos estadísticos y su capacidad para trabajar de manera cooperativa, una estratificación socioeconómica residencial a partir de datos censales para poder hacer un mapa con esos datos de las principales ciudades, que eran siete u ocho, de Argentina. Pensamos: ¿cómo llevar el conocimiento científico para ofrecer un sistema de información que esté disponible para cualquier investigador, incluso sin conocimientos previo de sistemas de información geográfica? Con esa lógica, no solo de tener información sino también de poder bajarla, construimos un esquema que permitió construir mapas usando datos disponibles. Ese fue el primer ejercicio y quedó armado en cartografías, análisis, informes. Ahí Pablo dijo ¿por qué no hacemos de todo esto una plataforma interactiva, de código abiertos y datos abiertos, para hacer visibles esta información, pero también otras fuentes?”, recuerda Salvia, que también es director del Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.

Nos parecía valioso que usando datos públicos ya existentes, datos de educación, vivienda, distribución de la población y todo lo que ofrecen por ejemplo los censos de población, una persona pudiera preguntarse ´¿cuántas personas viven en mi barrio, o en mi municipio?´  e hiciera un clic y lo pudiera ver. O buscar de manera fácil una ciudad o una localidad y ver información. Eso no existía hasta entonces; eran preguntas que solo se podían responder por medio de procesamientos adhoc de especialistas”, continúa Salvia. “Pablo vio la posibilidad de automatizar esos procesos, produciendo un software que fuera más avanzado que los visores en uso y que contara con una masa crítica de información social del pasado y el presente de nuestro país. La visión fue integrar tecnología moderna de gestión de datos con información social hasta entonces muy dispersa, con el objetivo de democratizar y simplificar el acceso a la información. Eso fue lo que permitió resolver en unos clics necesidades que de otro modo requerirían de consultorías extensas y costosas, o de trabajos de semanas o meses que diferentes grupos de investigación repetíamos en cada proyecto, por carecer de fuentes confiables de datos procesados”.

En 2016 empezaron a armar la plataforma, y hoy, casi diez años después, siguen en esa senda. Sigue sin haber otros caminos para decir ‘a ver qué pasa en mi barrio’, qué pasa en las zonas aledañas, en las pequeñas ciudades”, explica De Grande.

En la primera etapa del proyecto, los científicos recolectaron datos públicos geoespaciales y georreferenciables –censos nacionales, estadísticas vitales, mapas temáticos- y produjeron nueva información sobre diversas problemáticas del país, como vulnerabilidad habitacional o riesgo alimentario infantil. Con todos esos datos, crearon un software para que tanto académicos como tomadores de decisión del ámbito público y privado, como organizaciones no gubernamentales, puedan acceder, administrar, importar y exportar información espacial, y puedan acceder a información pública confiable de manera clara y sencilla.

La plataforma se estableció no solamente para consultar información sino también para que cualquier usuario pueda publicar y colaborar a partir de sus producciones. Las fuentes de datos disponibles comenzaron a ser diversas: censos nacionales de población, padrones de establecimientos educativos y de salud, estadísticas vitales, el registro nacional de barrios populares, investigaciones sobre vivienda, pobreza, condiciones de hábitat, resultados electorales, entre otras. Así, Poblaciones llegó a tener a nivel de partidos y provincias, datos educativos –cantidad de escuelas, bibliotecas por barrios-, referidos a salud -información sobre mortalidad infantil, tasas de fecundidad, seguridad alimentaria-, centros culturales, instituciones religiosas, clubes deportivos del país, localización de asentamientos informales, de countries y barrios cerrados, entre otros. Los datos disponibles actualmente van desde la década del 90 hasta el último censo, realizado en 2022.

“En Poblaciones el usuario no solo puede ver, consumir y descargar información, sino que cualquier usuario está en condiciones de producir un mapa y subir sus datos con facilidad –dice De Grande-. Funciona como una Wikipedia, en este caso de mapas, donde cualquier grupo de investigación puedas cargar su información”.

Cada año, la plataforma –que cuenta con un consejo académico de expertos que la apoya, sociólogos, geógrafos y de diversas disciplinas- fue mejorando sus funciones y la publicación de datos que ofrece, lo que terminó posicionándola como un espacio de referencia para la consulta de información social del país, con un promedio de 50 mil visitas mensuales con aperturas de mapas y picos de hasta 100 mil consultas. “Ahora el usuario no solo puede hacer su mapa y compartir el link y que otras personas lo vean, sino que también tiene la posibilidad de decir ´quiero que ustedes revisen esta información´. Entonces se hace una revisión de pares con estándares académicos sobre el contenido, la metodología, la pertinencia, la redundancia de la información. Si pasa esos procesos, se incorpora a los indicadores que la página te sugiere”, explica Salvia.

De Grande amplía: “Cualquiera puede producir información georeferenciada. Pero no es pública, es privada. Se vuelve pública cuando el usuario que la sube quiere hacerla pública a otro par, mandándole el link con esa información. Si vos querés subir información para ofrecerla a todos los usuarios que ingresan a la página, hay que atenerse a la revisión por pares. Ahí se integra al catálogo oficial de la plataforma de datos”.

Entre las organizaciones que utilizan Poblaciones se incluyen instituciones como Cáritas, ONG´s como Territorios en Acción, áreas gubernamentales como el ReNaBap. “Este es un proyecto que logró desarrollarse a lo largo del tiempo, sin grandes financiamientos, con una estructura microemprendedora, que se constituyó como una herramienta valiosa para el campo científico-tecnológico”, asegura Salvia. Y de Grande agrega: “A futuro queremos seguir incorporando nuevas fuentes de información. Hoy tenemos zonas de desertificación incorporadas, pero se podrían hacer mapas de color de distintos temas, como uso energético o pobreza entre otros, manejar no solo información geográfica física y social sino articular la económica con lo social, lo político, lo físico. Son saltos hacia adelante y vamos en ese camino”.

CONICET  BUENOS AIRES

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *