La oportunidad espacial
Investigadores de la UBA publicaron un estudio en el que analizan las principales herramientas que usan las siete agencias espaciales más importantes del mundo para vincular el área espacial con empresas privadas, entre las que están el fomento de la investigación y el desarrollo de un entramado de capacidades y proveedores.
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BUENOS AIRES – Agencia TSS – En momentos en que los proyectos de satélites argentinos están en vilo por falta de interés del Gobierno, en iniciativas como el ARSAT-3 o los reemplazos de los satélites SAOCOM, que llevan muchos años para planificarse y realizarse, se pierden progresos y personal capacitado. También hay cada vez más empresas que se dedican a la industria espacial pero dependen en gran parte de proyectos estatales, de financiamiento estatal, o de la formación de recursos humanos en instituciones públicas.
En la Argentina, este movimiento, llamado new space, tiene la particularidad de que muchos argentinos terminan trabajando en empresas fundadas por compatriotas en otros países de la región, como Uruguay o Brasil, que ofrecen menos trabas para importar, una macroeconomía más estable y políticas estatales de largo plazo.
Investigadores de la UBA publicaron un estudio en el que analizaron las principales herramientas que usan las siete agencias espaciales más importantes del mundo para vincular el área espacial con empresas privadas y el fomento de la investigación y el desarrollo. El área de la industria satelital se puede convertir en fuente de negocios para las empresas y también en un impulsor de mejoras tecnológicas en otras áreas industriales.
Paulo Pascuini, uno de los autores del estudio «El sector espacial como impulsor de la I+D y el desarrollo empresarial: una revisión de instrumentos de política», junto con su colega Andrés López (ambos son investigadores del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA-CONICET), le dijo a TSS: “Una de las implicancias de la mayor participación privada en la industria espacial es que como los actores privados tienen mayor tolerancia al riesgo que las instituciones de gobierno, aumenta la cantidad de proyectos para el desarrollo de tecnología que tiene asociada una probabilidad de éxito baja. El desarrollo de esas nuevas tecnologías genera impactos sociales a partir de la utilización que hacemos en la Tierra de servicios basados en información satelital. De hecho, la tecnología espacial es incorporada en otros sectores generando derrame, el surgimiento y desarrollo de empresas, empleo y una gran variedad de impactos económicos”.
Algunas de las herramientas que las agencias espaciales usan para fomentar la creación y el crecimiento de empresas ligadas al espacio tienen que ver con el financiamiento directo de proyectos, algo difícil de conseguir en la Argentina de hoy, pero otra muy usada está relacionada con permitir el uso de instalaciones, como laboratorios, para empresas que los necesiten. En la Argentina hay instituciones como el INTI o el INTA que están muy acostumbradas a brindar servicios para empresas en sus laboratorios, ya que justamente fueron creadas específicamente para la vinculación tecnológica, pero no es tan común en empresas estatales de alta tecnología. De todas formas, la empresa privada más grande del sector, Satellogic, ha hecho muchos trabajos conjuntos con la CNEA y la CONAE.
“Hay muchas startups espaciales argentinas que necesitan hacer testeos y pruebas de los desarrollos que están llevando adelante y podrían beneficiarse de las instalaciones y el equipamiento que poseen instituciones espaciales como la CONAE. Actualmente no existen mecanismos que permitan que esas instalaciones puedan ser aprovechadas por las empresas de manera ágil. Lo que reportan las startups es que el tipo de gestiones necesarias para llevar adelante actividades con las instituciones tradicionales, no solo la agencia si no también las empresas de base tecnológica que tradicionalmente han atendido las necesidades de los proyectos impulsados por el Estado, no se adaptan a la dinámica y velocidad con la que operan las startups.”, explicó Pascuini.
Este tipo de situaciones ha llevado a que algunas empresas de tecnología satelital creadas en la Argentina hayan radicado su empresa en otro país. Satellogic, por ejemplo, hace casi 10 años se mudó a Uruguay para llevar a cabo la construcción de sus satélites. Frente a este problema, Pascuini explica que “las empresas se instalan en el exterior por algunos motivos que posiblemente no sean fáciles de modificar en el corto plazo. Muchas veces van a Estados Unidos o Europa porque quieren conseguir capital de riesgo y es más fácil hacerlo desde allá. También, por ejemplo, la NASA o el departamento de defensa de Estados Unidos tienen restricciones para contratar productos de tecnología espacial fuera de su territorio, por lo que para venderles es más fácil saltar la barrera radicándose allá. Otro motivo para radicarse en el exterior es el acceso a tecnología para producir que no se encuentra disponible en la Argentina, por ejemplo vinculada a la impresión de placas electrónicas, debido a aquí no hay la escala necesaria para que tenga sentido llevar esas actividades localmente. Otras veces el motivo tiene que ver con la velocidad que requieren las empresas para importar componentes, algo que como sabemos en Argentina puede ser muy tedioso y burocrático. No obstante, muchas de estas empresas con sedes en el exterior siguen llevando actividades en la Argentina debido, principalmente, a la disponibilidad de capital humano calificado”.
Largo plazo
La Argentina está teniendo muchos problemas para mantener proyectos de alta tecnología porque llevan muchos años de desarrollo y financiamiento y no se ha podido mantener con los cambios de gobiernos. En 2015 se aprobó la Ley de Desarrollo de la Industria Satelital que aprobaba el plan satelital 2015-2035, que garantizaba la construcción de varios satélites de telecomunicaciones. En 2016, el gobierno de Mauricio Macri anunció la postergación de la construcción del ARSAT-3, que finalmente se convirtió en un congelamiento del proyecto. En 2020 se reactivó pero sin llegar al ensamble y hoy cuenta nuevamente con retrasos y falta de financiamiento.
“El presupuesto espacial ha sufrido históricamente grandes fluctuaciones dependiendo de la administración de turno. Las misiones impulsadas desde el Estado han propiciado el desarrollo de proveedores de base tecnológica locales que se ubican principalmente en CABA, La Plata, Córdoba, y Bariloche. El problema que generan los ciclos de desfinanciamiento es que estos proveedores no pueden estar esperando a que llegue el nuevo financiamiento con el próximo gobierno para seguir realizando actividades exclusivamente espaciales, por lo que necesariamente deben ampliar sus actividades a otros sectores, por ejemplo oil & gas. La inestabilidad en el financiamiento no es un problema de una gestión en particular, y además de responder a la escasez de recursos es el resultado de una falta de capacidad institucional para impulsar proyectos cuyos tiempos extienden a los de las administraciones de turno. Independientemente de si el nivel de financiamiento para las actividades espaciales impulsadas por el Estado es alto o bajo, existe una falta de previsibilidad sobre su evolución. Por ejemplo, desde el 2016 no hay un Plan Nacional Espacial aprobado por el ejecutivo, y si bien una alternativa a considerar es que este plan, que es elaborado por la CONAE, sea aprobado por el congreso, de manera de tener un compromiso político más amplio, también tenemos un ejemplo de que esto puede no funcionar. Se trata del el Plan Satelital Geoestacionario Argentino aprobado por Ley en el congreso en 2015 que establecía que hasta 2023 se deberían haber construido y lanzado 5 satélites, algo que como sabemos no ha sucedido sucedió”.
TSS