CONGELADO HACIA EL FUTURO… Revivir en un Mundo Nuevo. La Criopreservación

CONGELADO HUMANORodolfo Goya, investigador superior del Conicet. Primer argentino en someterse a la técnica de la criopreservación: decidió congelarse para ser revivido en el futuro. “Me rebelé ante la muerte”.  » Es muy arriesgado en ciencia afirmar que algo es imposible…”

Por MARCELO ORTALE – Quilmes Presente

 

 

“Es muy arriesgado en ciencia afirmar que algo es imposible…”, reflexiona el bioquímico Rodolfo Goya, cuando se le oponen objeciones o dudas a su decisión de que su cuerpo sea congelado cuando muera, con la esperanza de ser revivido en el futuro. La técnica a la que admitió someterse –para lo cual ya firmó un contrato con una empresa de Detroit, en Estados Unidos- se llama criopreservación y es una de las líneas de investigación consideradas de vanguardia en el mundo de la ciencia. Aún cuando no todos la admiten ni creen en ella.

 

Goya dio a conocer su proyecto a través de El Día el año pasado y desde entonces lo explica y lo defiende. Dispone de un consistente respaldo científico y, además, no desestima a los grandes de la literatura futurista: Wells, Bradbury, Asimov, Julio Verne o James Halperin, autor de “El primer inmortal”, entre otros. Ahora ofrece esta cita del inglés Artur C. Clarke, que en su libro “Perfiles del futuro” dice: “Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia…”.

 

La explica: “si a una persona que vivía en el tiempo de Cristóbal Colón, o a Colón mismo, se le decía que los hombres tendrían un pequeño aparatito, que se llamaría teléfono celular, con el cual podrían hablar en ese mismo momento con otro hombre radicado en el lugar más remoto del planeta, hubiera dicho que eso era magia… o que era imposible”.

 

Todo lo que uno hoy se imagina como magia, mañana será una realidad. “Cuando Verne escribía lo que escribió, la gente decía qué bonito, pero no será posible… Ni hablar de clonar o volar o ir a la Luna, nadie aceptaba esas alternativas en el pasado. Y todo eso fue posible…”, añade sonriendo este científico entrevistado en el Laboratorio de Investigaciones Neurocrinas, de la facultad de Medicina platense, ubicada atrás del Bosque, donde hace décadas trabaja rodeado de investigadores.

Nació en Tolosa, en la zona de 7 y 526, hijo del pastelero Julio Goya y de Virgilia Zulema Rosetti. Tiene una hermana veterinaria, Alejandra, que vive en Mar del Plata y un hermano doctor en física, Gerardo, que vive en Zaragoza. Abuelos vascos, de Guipúzcoa, todos venidos a La Plata. Pero por razones de trabajo de sus padres, pasó la infancia en Mar del Plata donde cursó el primario en la Escuela 16 y el Secundario en el Nacional de esa ciudad.

 

No recuerda por qué ni cómo, pero ya en el secundario se interesó en el tema del envejecimiento. Se vino a La Plata estudiar, radicándose en la casa de un familiar. Ingresó a la entonces facultad de Química y Farmacia. “Buscaba mientras tanto un lugar para trabajar. Fui a Buenos Aires, donde quise ver qué se hacía en el tema del envejecimiento. No había nada entonces. Me interesaba la neurociencia. Pero no pude encontrar un lugar donde estudiar sobre envejecimiento. Y me acerqué de a poco a esta cátedra de Histología B, en Medicina, de la cual depende el laboratorio donde trabajo hace décadas”, dice.

 

Recuerda con respeto a sus primeros mentores universitarios, los doctores Fermín Iturriza y Fernando Estivariz. Finalmente, recaló en el Instituto de Investigación Biológica de La Plata (Inibiolp) que funciona en Medicina y en donde –él ya como investigador superior del Conicet- estudian el envejecimiento cerebral en ratas, a las que aplican terapia génica.

 

En 1982, se perfeccionó en envejecimiento cerebral en los Estados Unidos. Allí conoció la criónica, aún cuando no tomó entonces la decisión de congelarse. “Recién en 2010 decidí hacerlo, sumándome así a los otras 260 personas del planeta que adoptaron la misma decisión”. Para ello firmó un acuerdo que implica el pago total de unos 37.000 dólares. Su mujer y su madre lo aceptan.

 

No cree en ninguna trascendencia existencial y si firmó ese contrato es porque ama la vida y porque se rebeló ante la muerte, dice. Cuando muera será sometido al tratamiento crioconservador y esperará, a partir de allí, que la criónica avance hasta lograr descongelar y revivir a las personas que se adhirieron a ella.

 

Se sabe que la tecnología actual ha logrado almacenar embriones congelados y usarlos luego exitosamente. Pero lo que no ha logrado aún la criónica es revivir a un ser humano congelado. El caso más comentado fue un equívoco, el de Walt Disney que jamás fue congelado sino que lo incineraron y sus cenizas descansan en el cementerio de Forest Lawn, en Los Angeles.

 

¿Usted cree en Dios?

 

“No, soy ateo confeso. Yo no soy creyente y creo que me voy a morir. Todo el mundo sabe que va a morir, nadie ha escapado a eso. El destino es igual para todos y a todos nos va a llegar”

 

¿Esa falta de creencia no lo hace vivir más preocupado?

 

“Mi filosofía es vivir intensamente y por eso amo a la vida. Todos los crioncistas amamos la vida, le damos mucho valor y por eso queremos seguir viviéndola. No tengo necesidad de sentir fe, yo valoro el conocimiento”

 

En su vida cotidiana, en las reuniones a las que asiste, debe polemizar mucho con quienes no comparten su filosofía. En primer lugar con los creyentes…

 

“Hace unos años discutíamos mucho con una tía mía, que era Testigo de Jehová. Y sí, a veces en las charlas se daban esas discusiones amigables. Pero luego comprendí que ni quienes me objetaban ni yo íbamos a convencernos”

 

Si usted ha encontrado un propósito tan trascendente –como lo es su deseo de revivir en el futuro-, ¿esa meta no le ha quitado energía para alcanzar otros logros en su vida presente?

 

“No es un propósito. Yo estoy conforme con la vida y quiero tener más futuro. A mí no me gusta morir, irme de esta vida tan maravillosa. Es como irse de un cine en la mitad de una película interesante…”

 

¿Qué es la criónica?

 

“Dicho en síntesis, es la tecnología que habla de la preservación, que se ocupa de preservar. Las células o tejidos son mantenidos a muy bajas temperaturas para disminuir las funciones vitales de un organismo y mantenerlo en condiciones de vida suspendida por mucho tiempo. La criónica nació en la década del `60 y su principal mentor es Robert Ettinger, que escribió “El prospecto de la inmortalidad”. La criónica hasta ahora avanzó hacia esa alternativa, pero falta que descubra la tecnología para descongelar y revivir”

 

Supongamos que usted es revivido 50 años después de haber muerto. ¿No tiene miedo de encontrar una sociedad desquiciada o que no lo acepte a usted?

 

“Alguna vez dije que el riesgo más grande es despertar en un mundo hitleriano… Espero que no. Yo trataré de adaptarme y que me acepten. Buscaría a mis descendientes, a los descendientes de mis amigos. Si no lograra entender a ese mundo, bueno, vería la manera de dejarme morir”

 

Si usted muere cuando tiene 80 o más años, al ser descongelado tendría esa edad tan avanzada…

 

“Uno no debe descartar que cuando lo descongelen puedan revivirlo más joven, de unos 30 años digamos”

 

Hay mucho optimismo en sus expectativas… ¿no está esperando demasiado?

 

“Me parece que es razonable –y así lo creemos los crioncistas- darle un voto de confianza a las generaciones futuras. El hombre ha logrado tantas cosas maravillosas…”

 

¿Existe el alma en el ser humano?

 

“No creo en el alma. El alma no se estudia en la ciencia. Es un tema de la religión. Yo creo que la inteligencia y la conciencia son productos de la actividad del cerebro.

 

Cuando se detiene la conciencia del hombre, todo desaparece”

 

¿Usted tiene seguidores, discípulos?

 

“No, pero de a poco se van interesando algunas personas. Puedo hablarle de un joven aquí, en La Plata, de un abogado en Rosario, de una educadora en San Isidro o de un neurólogo en Córdoba. Es gente que se va interesando. Cuando sean algunos más, a lo

 

mejor intento generar un grupo de autoayuda en criónica…

 

¿De autoayuda? Cómo es eso…

 

“Bueno, en mi caso, cuando yo fallezca hay que hacer determinados trámites y actuar con rapidez para poder llevar mi cuerpo al centro de Detroit. Esos conocidos podrían ocuparse…”

 

¿Sus amigos qué opinan de su proyecto?

 

“Bueno, en realidad estuve muy solo. Me escuchan, charlamos, pero ninguno cree en la criónica. Ahora, con esa gente de la que hablé ya somos unos poquitos…”

De trato amable y conversación pausada, extremadamente serio, riguroso para elegir las palabras que, sin embargo, expresa con facilidad, a Goya le gusta ir una vez por semana, para leer y distenderse, a un lugar algo inesperado y contrastante: se trata del café de la Catedral de La Plata, ubicado bajo la gran escalera de entrada. Sonríe ante la sorpresa que origina semejante dato…: “Sí, ya lo sé. No me diga nada… Debo ser el ateo de La Plata que más frecuenta la Catedral…”

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LA LEYENDA DE WALT DISNEY

Walt Disney dejó de trabajar en el desarrollo de Disneyworld en 1966, cuando se le diagnosticó un cáncer en su pulmón, tras toda una vida de fumador empedernido. Falleció el 15 de diciembre de 1966 a los 65 años. Fue incinerado el 17 de diciembre en el Forest Lawn Cemetery de Glendale, California. Su hermano Roy llevó adelante el proyecto del parque de atracciones de Florida, insistiendo en que se llamase Walt Disney World en honor a su hermano.

Poco después de su muerte (ya en 1969 aparece reflejado en una revista) surgió el rumor de que el cuerpo de Disney había sido crionizado hasta el momento en que los avances científicos pudieran devolverlo a la vida. Se trata una leyenda completamente falsa, ya que hay constancia tanto de la muerte de Disney como de su posterior incineración. No está claro el origen del rumor. En sus biografías oficiales se menciona el interés de Disney por la criónica en los últimos años de su vida, aunque no aportan fuentes concretas.

Es imposible saber con certeza si este interés existió, en cuyo caso pudo haber sido lo que originó la leyenda. Por otro lado, el hecho de que la incineración se llevase a cabo en un ámbito estrictamente privado pudo alimentar las especulaciones. Debe tenerse en cuenta también que Disney era conocido, sobre todo en sus últimos años, por su interés por las innovaciones tecnológicas.También en aquella época la ciencia ficción estaba tomando cuerpo e insertar la teoría de la crionización era cosa normal en la cinematografía de este género

 

 

 

 

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