sábado 03 de febrero de 2024 –
Desde hace un mes, Colombia se ve asolada por una sequía sin precedentes, generada por el fenómeno de El Niño, que está teniendo impactos devastadores en los recursos hídricos del país, poniendo en riesgo la agricultura, la ganadería y el bienestar de la población.
En el embalse de La Regadera, vital para el suministro de agua al sur de Bogotá, el nivel se encuentra críticamente bajo, alcanzando tan solo el 35% de su capacidad. La situación ha generado inquietud en las comunidades circundantes, donde los agricultores alertan sobre los daños sufridos por los cultivos a causa de la sequía. El ganado, privado de pasto fresco, se ha visto obligado a ser vendido.
En palabras de un agricultor afectado: «Nuestros cultivos están sufriendo los estragos de esta sequía implacable. La incertidumbre reina en nuestras tierras y la escasez de agua amenaza nuestro sustento diario».
En el norte del país, específicamente en Barranco Lebrija, la sequía ha sumido en una crisis a la comunidad pesquera. El río local se ha secado por completo, dejando expuestos bancos de arena y destruyendo la pesca, que constituye el principal sustento de la población. Un pescador lamentó: «La sequía nos ha arrebatado nuestra fuente de ingresos diaria. Sin agua, nuestros barcos quedan varados y nuestra supervivencia está en peligro».
Ante este escenario, la sequía en Colombia no solo amenaza la seguridad alimentaria, sino que también afecta de manera directa la economía y el bienestar de las comunidades dependientes de la agricultura y la pesca. La urgencia de acciones para mitigar los efectos de este fenómeno climático se vuelve evidente en un país que lucha contra la creciente escasez de agua.