Los resultados obtenidos, son equiparables a los logrados por laboratorios de países líderes en este campo. – Para mejorar la producción se están tomando cepas nativas, a las que se les hacen mejoramientos genéticos. Los biocombustibles de segunda generación se producen a partir de biomasa residual.
Concretamente, el grupo de investigación utiliza bagazo de caña de azúcar, desecho sólido abundante en Colombia.
El etanol de primera generación se produce a partir de alimentos (jugos de la caña de azúcar o maíz).
Bogotá D. C., oct. 10 de 2014 – Agencia de Noticias UN– Al ser obtenidos a partir de biomasa residual, (por ejemplo, bagazo de caña), con microorganismos autóctonos, no afectan el costo de los alimentos y mantienen altos niveles de calidad.
“Estamos apoyados en la fortaleza que tenemos desde el punto de vista de la biodiversidad nacional. Muchos de los buenos resultados logrados han sido con base en microorganismos obtenidos en nuestros campos”, indicó el ingeniero químico Mario Enrique Velásquez, del Grupo de Investigación en Procesos Químicos y Bioquímicos de la U.N.
La diferencia entre combustibles de primera y segunda generación reside en la materia prima que se utiliza para generar el producto.
El etanol de primera generación se produce a partir de productos alimenticios (jugos de caña de azúcar o maíz) por lo que afecta la cadena alimenticia desde su origen. Los biocombustibles de segunda generación, en cambio, se producen a partir de biomasa residual.
Concretamente, el grupo de investigación utiliza bagazo de caña de azúcar, un desecho sólido abundante en Colombia.
“Los de primera generación influyen directamente en el aumento del precio de los alimentos, a diferencia de los de segunda, en los que apenas hay una afectación directa sobre el producto final”, señaló el experto durante el Seminario Internacional Uso Energético Sostenible de Biomasa Residual.
El investigador informó que se están tomando cepas nativas, a las que se les realizan mejoramientos genéticos. “Hacemos cruces entre ellas para lograr mayor efectividad del aprovechamiento de los azúcares disponibles en esos sustratos”, explicó.
Según el investigador, los resultados obtenidos mediante esta metodología son equiparables a los logrados por laboratorios de países con tecnología de punta en este campo.
“Los niveles de etanol y azúcares que se deben conseguir son similares a los de centros internacionales. Estamos prácticamente a la par en niveles de productividad”, señaló. Además aseguró que estos logros han sido producto del trabajo de estudiantes e investigadores.
“Ya tenemos una definición clara y una hoja de ruta tecnológica. Aunque faltan algunas etapas por quemar, a nivel de laboratorio, podemos decir que estamos obteniendo etanol a partir de estos sustratos sólidos desde hace un año y en poco tiempo veremos cómo aprovecharlos a nivel comercial”, concluyó Velásquez