En el marco de los 120 años del Centro Argentino de Ingenieros, el comienzo de los eventos vinculados con el aniversario fue una charla técnica para más de 100 personas en la sede del CAI, a cargo del Ingeniero José Luis Antúnez, director de la planta nucleoeléctrica Atucha II. Durante la exposición, de casi dos horas, los presentes conocieron todos los detalles de la construcción y puesta en marcha de dicha planta, ante un interlocutor “de la casa”. Luego de la charla, Antúnez, socio del CAI desde 1968, dialogó con este portal (CAI) y reconoció: “En esta institución, que cumple 120 años, me siento un socio cadete con mis 47 años de antigüedad”.
Antúnez, de extensa carrera, se animó a admitir en la charla con la web del CAI que “el nivel de la Ingeniería argentina es muy alto. Durante los años en que estuvo parado el proyecto Atucha no se perdieron los conocimientos, como tampoco las capacidades científicas. Que vengan nomás los desafíos, los estamos esperando muy bien preparados”.
Justamente, durante su disertación, Antúnez especificó, entre innumerables detalles técnicos correspondientes a un proyecto de la envergadura de Atucha II, cómo fueron los progresos en cuanto a recursos humanos: para trabajar, desde 2006 hasta 2011, en el predio de 55 hectáreas (con 72 frentes de tareas diferentes, en 18 edificios en bloque y 8 edificios fuera de bloque) se pasó de 90 a 700 personas (con un pico de 7.200 en 2010). Por ejemplo, Antúnez destacó el hecho de que, a la fecha, hay 90 operadores de planta licenciados y, también, la capacitación para 1.400 soldadores entre 2006 y 2012. En ese punto, la formación de trabajo incluyó, además de la escuela de soldadura, una escuela de fábrica y la creación del Instituto Melillo, en el que se preparó a electricistas, cañistas y especialistas en obra civil. Hoy, la escuela es una más en la ciudad de Lima, dependiendo de su Municipalidad.
Asimismo, Antúnez explicó cuáles fueron los principales desafíos, divididos en tres clases:
-Clase 1: diseño incompleto, inexistente o con errores, dentro de lo que se destacó el montaje de la máquina de carga, la instrumentación, el sistema de detección de tritio y la playa de 500 kv.
-Clase 2: concerniente a mejoras de diseño, como en el sistema de inyección de boro, clave para el enfriamiento del reactor.
-Clase 3: errores sólo detectables con la puesta en marcha, como fallas en el enfriamiento, por ejemplo. Antúnez fue claro al contar cómo se resolvió un inconveniente por falta de una pieza en una cañería ya soldada: “La Ingeniería salió al rescate del proyecto, evitando una parada de un año, aunque finalmente fue de tres meses. Descubrimos la pieza que faltaba dentro de una estructura ya armada y los ingenieros encontraron la forma de construir una similar y evaluaron las condiciones de trabajo para colocarla. Se necesitó de ocho soldadores que fueran pequeños físicamente para poder entrar por el diámetro del caño, la mitad de ellos debía ser zurda. De hecho, dos fueron mujeres…”.
-Clase 4: cambios post Fukuyima. Luego del accidente nuclear fruto del tsunami en Japón, en 2011, hubo que actualizar temas de seguridad en la planta, con la naturaleza a favor de Atucha II: la barranca de 21 metros sobre el nivel del Paraná es la mejor barrera para un evento de esa magnitud, inviable en el río, por otra parte. Además, la planta superó todas las pruebas de stress por movimientos telúricos.
En números, la puesta en marcha del reactor más grande del planeta (fue construido en Japón en 1982 y sólo existe uno más de similares característica), insumió la elaboración de 130.000 documentos de ingeniería, la construcción de 32.000 metros cúbicos de hormigón además de lo que ya se había ejecutado previamente, el montaje de 36.000 toneladas de equipos (el reactor pesa 3.300 y el turbo grupo 2.700), la colocación de 4.000 toneladas de cañerías, la instalación de 3.000 kilómetros de cables, el desarrollo de 2.200.000 horas hombre de ingeniería (el 95% nacional) y de 42 millones de horas hombre en construcción y montaje (99% nacional). Todas las cifras contemplan la inclusión de un valor del 5% extra, no calculado en los inicios, que corresponde a los trabajos luego de la puesta en marcha.
Atucha II funciona al 100% desde el pasado 18 de febrero, pero el primer paso se dio mucho antes: el 2 de junio de 2014 había sido la criticidad inicial, a cargo del Ingeniero Ramón Pérez, primer argentino que protagoniza un hecho así. Es que Atucha I había sido puesta en marcha por un alemán y Embalse por un inglés.
Así, el proyecto cumplió con el decreto 1.085 (de 2006), que dispuso recuperar las capacidades nacionales propias de NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina) y de proveedores y contratistas nacionales, dando pie, además, para profundizar la construcción del reactor CAREM 25, pegado a Atucha II, que trabajará un uranio enriquecido y agua liviana, estableciendo el mojón en el diseño nacional de reactores, que marca el ingreso de la Argentina a un nuevo frente de uso de combustible a nivel internacional. Allí radica el mayor orgullo del Ingeniero José Luis Antúnez, quien le dijo a este sitio que “tenemos ingenieros nucleares para rato”.
Como balance de lo que significó la charla, primer evento del año en el marco de los 120 años del CAI, su presidente, Carlos Bacher, destacó la jornada como otro paso para “difundir la importancia de la ingeniería argentina. Y qué mejor comenzar las actividades con la interesante charla del ingeniero Antúnez. Que sea socio del CAI es un orgullo para todos nosotros”.
CAI – Centro Argentino de Ingenieros