Diseñan un dispositivo para remover el arsénico del agua
Un equipo interdisciplinario trabaja desde el año 2016 en la creación de una tecnología para remover el arséncio de las aguas naturales. El consumo prolongado de este semimetal genera HACRE, que en su última fase desarrolla cáncer. Es por esto que los especialistas trabajan con distintos materiales para remover el arsénico, con el objetivo de que sean de alta disponibilidad y de bajo costo.
POR Fabiola Aranda –
y Vanina Landela
En la provincia de San Luis no hay datos toxicológicos ni epidemiológicos que relacionen la presencia de arsénico en el agua con el desarrollo de enfermedades vinculadas con este elemento. Este fue el nicho de investigación que encontró el equipo de científicos a cargo de la ingeniera química Martha Barroso Quiroga, para poder avanzar en el proyecto, llamado Hydrica. “Teníamos desarrolladas las metodologías analíticas para la determinación de arsénico dentro de los laboratorios y vimos que había una problemática fehaciente, por ello decidimos abocarnos a encontrar un material o varios materiales que pudiesen adsorber arsénico”, indicó Barroso a Argentina Investiga.
Adicionalmente al proyecto de investigación, los científicos forman parte de un proyecto de extensión en el que visitan escuelas de la Provincia. En estos trayectos hacen relevamientos a través de encuestas que les permiten tener una idea acerca del consumo de alimentos y los hábitos que tienen esas poblaciones que pueden llegar a repercutir en su salud. En los talleres, además, les enseñan a los alumnos de las escuelas a fabricar filtros caseros de remoción de arsénico que se hacen a partir de lana de acero.
Forma de trabajo
Los investigadores trabajan con distintos materiales para remover el arsénico, con el objetivo de que sean de alta disponibilidad y de bajo costo; uno de ellos es la arcilla. En la actualidad, el equipo probó con arcillas de Mendoza y tres de San Luis provenientes de Las Chacras, Potrero de los Funes y Los Puquios, con grandes resultados.
Para su trabajo, los científicos utilizan agua sintética, basada en las caracterizaciones que han realizado de aguas naturales de la Provincia proveniente de las localidades de Batavia, Fortuna, Nueva Galia, Fortín del Patria, Buena Esperanza, Unión, Villa Mercedes, San Luis y La Punta. “A excepción de las grandes urbes, las otras localidades tienen concentración de arsénico, algunas muy por encima de las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), mayoritariamente, las del sur de Villa Mercedes”, sostuvo Barroso.
El agua llega a la población de diferentes maneras: en algunas localidades la municipalidad realiza pozos que alimentan tanques y desde ellos se distribuye a la red en el pueblo, o a varios pueblos. A esos pozos se les hace un tratamiento microbiológico con cloro, pero a pesar de tener tratamiento con UV no es suficiente, ya que el arsénico se remueve sólo cuando pasa a través de un equipo de ósmosis inversa o basado en la metodología de adsorción.
Muchas localidades tienen plantas de ósmosis inversas, algunas de ellas municipales y otras privadas. En esas zonas, la población tiene acceso a agua sin arsénico, que utilizan para beber pero no para cocinar o bañarse. Para cocinar (como indica el 100% de las encuestas que realizaron) utilizan el agua corriente.
Parte del trabajo de los científicos implicó relevar las concentraciones de arsénico en distintas zonas de la Provincia, para luego preparar aguas sintéticas que simulaban dichas concentraciones. Uno de los próximos pasos del equipo es probar los materiales en aguas naturales. “La diferencia entre las aguas naturales y las sintéticas es que en las últimas sólo hay arsénico, en las naturales hay otros iones, que al probarlos pueden entrar en competencia con el arsénico cuando se trata de adsorber, por ejemplo cuando hay altas concentraciones de flúor, que se comportan en forma similar”, agregó la Directora.
A partir de una beca que Martha Barroso consiguió por la Fundación Carolina, pudo viajar a España, probar las arcillas y comprobar que el desempeño de los materiales que trabajan desde la Universidad era óptimo en la remoción de arsénico 3 y arsénico 5. A partir de ello, el equipo confía en el buen desempeño que tendrán los materiales en aguas naturales.
Próximos pasos
En la actualidad, los investigadores han recibido nuevas propuestas de trabajo a través de los centros ganaderos del sur de San Luis. Junto a un equipo multidisciplinario, Barroso trabaja en este nuevo proyecto que busca solucionar la problemática de los productores rurales a los que el ganado se les muere. “El ganado necesita ciertos componentes del agua que no son los mismos para el consumo humano, esto haría que el filtro para los animales sea más económico que el necesario para el consumo humano y es uno de los filtros que podría fabricarse en el corto plazo”, sostuvo la científica.
Al mismo tiempo, desarrollan un convenio con la Fundación Latinoamericana de Energías Renovables, donde trabajan con fibra de vidrio e impresiones 3D que facilitará a los investigadores la carcasa de vidrio que rellenarían luego con los materiales que están creando.
Desde el punto de vista de la extensión, los investigadores tienen como objetivo seguir brindando capacitaciones para el uso de los dispositivos y poder dar, en un futuro, talleres en las escuelas enfocados en su uso.
Esperan tener el dispositivo funcionando pronto. Esta es una meta a cumplir en el próximo tiempo ya que, a partir de un convenio con el Municipio de Unión, probarán el dispositivo en las canillas municipales de la localidad. A mediano plazo, los científicos esperan que esto repercuta en otras localidades cercanas para poder así, a largo plazo, solucionar la problemática de las pequeñas poblaciones que son las que están desatendidas y abandonadas.
El consumo de arsénico tiene efectos que no son visibles en lo inmediato; en principio, se muestran manchas en la piel, en las palmas de la mano, en las uñas y los dientes. El consumo prolongado de arsénico genera el Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE) que en su última fase desarrolla cáncer. “Hemos descubierto comunidades que no tienen personas mayores de 55 años, no hay abuelos en el pueblo y eso es alarmante (…) Con este trabajo estamos cumpliendo con revalorizar el conocimiento que se dicta en la UNSL para solucionar una problemática social, la responsabilidad social universitaria está presente”, resaltó la investigadora.
Respecto del trabajo en equipo, Barroso destacó el compromiso de todas las partes que conforman el grupo, provenientes de las facultades de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales (FCFMyN), Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF), Ciencias de la Salud (FCS) y Ciencias Humanas (FCH). Además, resaltó la necesidad de que el trabajo sea interdisciplinario, ya que esta problemática sólo puede ser desarrollada si es vista desde las perspectivas y visiones de cada carrera y especialidad.
Producción Periodística:
Fabiola Aranda – Vanina Landela