25 de enero, 2021
Desde hace varios meses, se vienen observando incrementos importantes en el precio internacional de los commodities agrícolas (soja, trigo y maíz), impulsando el valor exportado por el país. Estas subas estuvieron motivadas por varias causas, entre las que destacan la debilidad del dólar a nivel mundial, la elevada demanda china de estos productos y los bajos niveles de cosechas esperadas para Argentina, Brasil y Estados Unidos, teniendo en cuenta que entre estos tres países reúnen el 80% de la producción mundial de la oleaginosa.
“Se dijo que la suba de precios internacionales era perjudicial puesto que su traslado a los precios de los alimentos merma al poder adquisitivo de los sectores más vulnerables”, señaló en un informe la consultora Ecolatina, en referencia a los dichos de algunos integrantes del oficialismo durante las últimas semanas, lo cual generó polémica.
“Sin embargo, con este volumen de recursos adicionales, el Palacio de Hacienda puede compensar potenciales efectos dañinos, ya que, por caso, el monto de retenciones adicionales permitiría triplicar el alcance de la tarjeta AlimentAR, incluyendo a 3,1 millones de familias adicionales al programa. Alternativamente, estos fondos podrían ser usados para incrementar en 75% el presupuesto anual de la AUH o para congelar las tarifas de servicios públicos por casi dos trimestres”, indicó la consultora.
Adicionalmente, contando con más reservas internacionales, el Banco Central (BCRA) podría optar por reducir el ritmo de aumentos del dólar oficial. “Hoy en día esta cotización se mueve al ritmo de la inflación, pero si se rezagara con respecto al resto de precios, se abarataría el precio relativo de los transables”, señaló.
La consultora sostiene que la mejora de los precios internacionales es particularmente bienvenida en un contexto de tensiones cambiarias y déficit fiscal récord (2020 registró los déficits primario y financiero más altos desde la década de 1980).
“Salvando las distancias en términos inflacionarios y el carácter -por ahora- transitorio del fenómeno actual, esta situación se asemeja al boom de las commodities agrícolas que aprovechó la economía argentina en la primera década del Siglo XXI. Luego del estallido de la crisis de 2001 y el default de la deuda, Argentina se apalancó en el precio récord de sus exportaciones para fortalecer sus reservas, incrementar sus políticas sociales y crecer sostenidamente hasta la pérdida de los superávits gemelos”, afirmó.
El último reporte de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indica que, en el caso de la soja, hasta la semana pasada, el avance de la siembra se elevó al 98,6% de las 17,2 millones de hectáreas proyectadas, gracias a las lluvias registradas durante los siete días anteriores en el norte del país. “Sin embargo, sectores del núcleo sur, norte de La Pampa-Oeste de Buenos Aires y el centro-este de Entre Ríos dependen de las precipitaciones en el corto plazo para frenar el deterioro y mantener un buen rinde potencial a cosecha”, remarcó.
Evidentemente, la suba del precio de las exportaciones mejora el total de las ventas argentinas al exterior. Aunque al momento hay incertidumbre sobre la magnitud de la actual cosecha, si las lluvias siguieran siendo favorables, el incremento rondaría los US$ 7.000 millones (70% de ellos gracias al complejo sojero y 30% al trigo y el maíz) comparado con el ingreso que hubiese habido de mantenerse los precios del primer semestre del año pasado, según estimó Ecolatina.
“Este flujo adicional de divisas aliviaría las tensiones en el mercado cambiario, permitiendo fortalecer las reservas netas del BCRA o apreciar el tipo de cambio real, o una combinación de ambas. Un avance de la liquidación de divisas podría despejar expectativas devaluatorias, a la vez que serviría para afrontar el pago de deuda externa sin mayores tensiones (pese a que los vencimientos de títulos en moneda dura son muy acotados en 2021, el Tesoro podría aprovechar la disponibilidad de divisas para cancelar pasivos con el Club de París). Alternativamente, podría ser una oportunidad para disminuir las restricciones a la compra de dólares”, resaltó.
En particular, señala, las dificultades que hoy tienen los importadores para acceder a los dólares golpean la actividad económica y podrían suspenderse con un mayor influjo de divisas. “Un desafío en este sentido será que las ventas al exterior efectivamente se concreten: la elevada brecha cambiaria y las tasas de interés en pesos por debajo de la expectativa de inflación/devaluación son claros incentivos para posponer/minimizar exportaciones (que deben liquidarse rápidamente en el oficial)”, indicó.
Por otra parte, el aumento de las ventas al exterior incrementa las retenciones que cobra el Estado a los exportadores. De esta manera, la ganancia externa también contribuye a una mejora fiscal. “Esta suba podría ubicarse por arriba de los $ 180.000 millones (0,4% del PIB, 31% de los ingresos por retenciones de 2020), comparando las ventas al precio futuro más representativo de cada cultivo con su valuación a precios del primer semestre de 2020”, estimó.
En este caso, casi el 90% del incremento sería explicado por el complejo sojero, que tiene mayores alícuotas que los otros productos. Considerando que parte de las presiones cambiarias de 2020 estuvo vinculada a la emisión récord en que incurrió el sector público para afrontar los gastos extra que provocó la pandemia y la cuarentena, un mayor financiamiento por la vía de impuestos (y no por emisión monetaria) también ayudaría a lograr una mayor calma cambiaria, sostiene el informe.
EL ECONOMISTA – Buenos Aires