¿Qué hacemos con los restos de construcción y demolición del AMBA?
Son volúmenes inmensos, y la poca legislación y datos disponibles impiden manejarlos bien. Por primera vez, un estudio académico en la región determinó el circuito que recorren y propuso opciones para reutilizarlos y reducir su disposición final.
Por: Santiago E. Zagaglia
BUENOS AIRES- (SLT-FAUBA) El AMBA genera una gran cantidad de residuos de construcción, demolición y remodelación (RCD). Gestionarlos es costoso por su volumen, y difícil porque no hay una legislación unificada en el área. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) estimó que las obras de demolición de CABA generan 516 millones de kg de residuos al año, que se envían sobre todo a la provincia de Buenos Aires. Por otro lado, las construcciones y remodelaciones hacen casi 800 millones de kg de residuos al año, que ingresan al Centro de Reciclaje de Villa Soldati. Solo el 76% se recicla, y el resto podría aprovecharse si se lo separa en las obras. Resaltan la necesidad de controlarlos de origen a destino para disponerlos mejor.
“A partir de la superficie construida, demolida y remodelada de CABA, estimamos cuántos residuos se generan” (Mazzeo)
“A nivel mundial, los desechos de construcción, demolición y remodelación componen hasta un 70% de los residuos sólidos urbanos. Como ocupan mucho espacio y son pesados, se hace difícil transportarlos y disponerlos”, dijo a Sobre La Tierra Nadia Mazzeo, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA.
“Como en el AMBA no hay una legislación unificada, la gestión de estos residuos varía y se hace difícil cuantificarlos. Por eso, estudiamos los flujos de entrada y salida e hicimos la primera estimación integral en la Ciudad de Buenos Aires, que cuenta con buen registro de datos. Así logramos entender cuánto se genera por tipo de obra”, comentó Nadia.
Demolición: a relleno o reconstrucción
“Con relación a las demoliciones, las empresas excavadoras y demoledoras de la ciudad generan 516 mil toneladas al año de residuos, y ellas mismas se encargan de disponerlos”, afirmó Mazzeo.
Y agregó: “Si los restos áridos —es decir, tierra, cascotes y escombros— contienen impurezas, se los usa como relleno de zonas bajas. Y dado que no existe habilitación de los municipios, muchas veces las excavadoras pagan a un privado por esa disposición”.
“Como no hay un sistema de trazabilidad, no sabemos qué proporción de estos residuos terminan en cascoteras, o en rellenos en zonas bajas de la provincia o, incluso, en vuelcos clandestinos” (Mazzeo)
Según Mazzeo, “si son residuos puros o están mezclados con hierros valiosos, van a cascoteras, que los reciben gratis y hasta pagan por ellos. Los procesan y después los venden como insumos para, por ejemplo, construir rutas o hacer contrapisos. En todos los casos, falta información, no sabemos bien en qué distrito se disponen”.
Construcción, remodelación y reciclaje
En contraste, la docente de la FAUBA estimó que de los residuos de construcción y remodelación de CABA, un total de 797.813 toneladas al año ingresa en volquetes a la planta de tratamiento que funciona dentro del Centro de Reciclaje de Villa Soldati.
A su vez, Nadia subrayó que “de ese total, la industria y los comercios de insumos para la construcción reutilizan 605.000 toneladas. Las 172.000 toneladas restantes son, sobre todo, maderas, residuos reciclables y metales, y terminan en el relleno sanitario del CEAMSE en José León Suárez”.
“Los restos de la construcción y remodelación de CABA llegan en camiones a la planta de áridos de Soldati. Lo que no se recupera se envía al CEAMSE, pero podrían reutilizarse” (Mazzeo)
Clasificar y separar para reutilizar
“Sería muy conveniente no enviar estos residuos al relleno sanitario y reutilizarlos como, por ejemplo, insumos para la industria. Eso se podría lograr clasificándolos bien cuando se generan en las obras”, planteó Mazzeo como alternativa para gestionarlos mejor.
Según Mazzeo, si los RCD estuvieran separados desde las obras, se los podría aprovechar en su gran mayoría
Y aclaró: “Sería fundamental tener un sistema de trazabilidad, identificar los residuos desde que salen de la obra hasta que ingresan a la planta de Soldati o a las cascoteras de los municipios. Además, podríamos beneficiar con menos impuestos a quienes separan. En esa línea, para incentivar la separación también cabría penalizar a quienes envían los materiales contaminados”.
Como cierre, Nadia reflexionó: “Manejar los restos de construcción, demolición y remodelación en el AMBA representa un desafío enorme. Sin embargo, también es una oportunidad para mejorar e innovar. Podemos avanzar hacia una gestión de residuos más eficiente y sostenible”.