Cómo evitar que los drones se choquen en el aire. Un programa integrará información meteorológica y de rutas aereas para gestionar las trayectorias de cada nave no tripulada
Martes, 21 de octubre de 2014
Por Tom Simonite
Traducido por Lía Moya – Publicado en MIT –
¿Cómo consigues mantener a salvo un pequeño dron en el espacio aéreo más transitado del mundo? Una posibilidad es usar las redes móviles para enviar datos a un sistema de control aéreo creado exclusivamente para drones.
Una start-up llamada Airware está trabajando con la NASA en un proyecto que explora cómo se podrían gestionar los enjambres de drones comerciales que se espera empiecen a aparecer por los cielos estadounidenses. El programa, que se desarrollará a lo largo de 4 años, creará una serie de prototipos de sistemas de gestión de tráfico aéreo y podría configurar el uso de los drones comerciales. El principal negocio de Airware es vender software y hardware de control de drones a fabricantes y operadores.
La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) aún no ha propuesto un reglamento que gobierne el uso de aeronaves robóticas comerciales en los cielos del país. Pero predice que para 2018 habrá unas 7.500 naves no tripuladas de un peso de 25 kilos o menos operando en EEUU. Las empresas agrícolas, mineras y de infraestructuras están muy interesadas en usar drones para tareas como la inspección de cosechas o la recogida de datos geoespaciales (ver «TR10: Drones agricultores»).
Esto podría provocar atascos en el cielo o, como poco, patrones de tráfico cada vez menos seguros. «Habrá un conflicto de intereses por usar el mismo espacio», afirma el director de desarrollo de negocio y regulación de Airware, Jesse Kallman. «Imagina a Amazon intentando entregar paquetes en una zona en la que una compañía eléctrica intenta revisar su cableado».
El primer prototipo que se desarrollará dentro del proyecto de la NASA será un sistema basado en internet. Los operadores de drones presentarán planes de vuelo para su aprobación. El sistema usará lo que sabe de otros vuelos de drones, previsiones meteorológicas y obstáculos físicos como torres de radio para dar el visto bueno.
Fases posteriores del proyecto construirán sistemas más sofisticados capaces de gestionar activamente el tráfico de drones enviando órdenes a drones que estén volando. Eso podría significar ordenar que se separen más cuando haya naves de distintos operadores volando en una misma zona, o tomar medidas cuando falla algo, por ejemplo que un dron pierda el contacto con su operador, detalla el director ejecutivo de Airware, Jonathan Downey.
Si, por ejemplo, un dron se saliera de su zona asignada, el sistema podría mandar una orden automática para que regresara a esa zona o aterrizase inmediatamente. Las órdenes podrían variar dependiendo de la situación, por ejemplo cómo de cerca esté el dron de un área poblada. O por el tamaño y peso de la nave, según Downey. En última instancia, la NASA quiere que su sistema haga cosas como dirigir a los drones automáticamente para que se aparten de la trayectoria de un helicóptero tripulado que pase por la zona inesperadamente.
Para que eso funcione, habrá que encontrar una forma fiable de que los drones se comuniquen con el sistema de tráfico. Airware cree que equipar a los drones con conexiones móviles podría ser la mejor opción. El equipo que usan las naves convencionales para comunicarse o enviar datos digitales a los sistemas de control de tráfico aéreo es demasiado aparatoso para poder instalarlo en los drones.
Airware llevará a cabo toda una serie de pruebas de vuelo y en el laboratorio para distintos tipos de drones, desde quadcópteros hasta helicópteros, pasando por aviones de ala fija, en una base de la NASA en California (EEUU), puede que incluso este mismo año. La primera fase de pruebas tiene como objetivo comprender cómo podrían responder los distintos tipos de naves a órdenes de un sistema de control de tráfico.
La profesora adjunta de ingeniería aeroespacial de la Universidad de Michigan (EEUU), Ella Atkins, afirma que la denominada aviación general (los vuelos privados no planificados) suponen la mayor dificultad para integrar el tráfico de drones el en espacio aéreo estadounidense. «El mayor desafío sería combinar una gran flota de dones de Amazon Prime que llevasen paquetes y las avionetas que se quieren dar una vuelta por el cielo en el fin de semana», afirma.
Atkins sostiene que se trata de un problema tanto de regulación como tecnológico y apunta que quizá haya llegado el momento de revisar unas reglas de aviación que se escribieron cuando sólo volaban aparatos tripulados. Además sugiere que permitir a los drones moverse libremente por debajo de una altitud de unos cientos de metros, salvo en las cercanías de un aeropuerto, eliminaría casi todo el conflicto entre los drones y la aviación general.
Sin embargo, parece poco probable que se produzcan cambios drásticos en las reglas de la FAA. Quienes se dedican a la incipiente industria de los drones comerciales señalan que el órgano regulador de EEUU ha sido más lento que sus equivalentes en otros países a la hora de despejar el camino para vuelos comerciales de drones, aunque sólo sea para investigación. Airware ya tiene clientes que usan sus sistemas de control para drones que están volando sobre operaciones mineras en Francia o que inspeccionan plataformas petrolíferas en Australia, por ejemplo.
Sin embargo, por ahora estos países no han empezado a trabajar en la cuestión de los sistemas de control del tráfico de drones. «Que yo sepa no existe ningún otro sistema», afirma Downey. «Este es un campo en el que EEUU tiene la oportunidad de marcar el camino».