Problemática plaga de cotorras argentinas que invade el sector oriente de Santiago de Chile. – No existen programas de control para erradicar a estas aves y al encontrarse en zonas urbanas no está permitida su caza.
Por estos días si transita por alguna de las comunas de la zona oriente de Santiago como Las Condes, Vitacura, La Reina o Ñuñoa, lo más probable es que escuche el canto -bastante ruidoso- de las cotorras argentinas, una especie de loro sudamericano de tamaño mediano, de color verde claro y pecho grisáceo.
Para algunos residentes, las cotorras ya son parte de su entorno natural y las consideran un ave bastante atractiva, pero para otros representan un problema. Según Raúl Valdés, jefe del departamento de higiene ambiental en la Municipalidad de Las Condes, muchos de los vecinos llaman para reclamar por las cotorras porque «se comen las frutas y semillas de los árboles frutales».
«Los vecinos cuando se sienten afectados nos llaman y yo tengo que explicarles (…) que nosotros prácticamente no podemos hacer nada», agrega Raúl Valdés quien además asegura que es el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) quien debería intervenir. Valdés cuenta que hace años, cuando se planteó la misma problemática de la plaga de cotorras argentinas en la ciudad, se reunieron varios representantes de las comunas afectadas por la sobrepoblación de estas aves.
«Yo fui a una reunión años atrás en el SAG donde se juntó el Seremi y otras instituciones, cada uno planteó las situaciones existentes en sus comunas, vino un experto en cotorras y de ahí lo único que quedó es que el SAG iba a sacar una especie de manual general como para instaurar de qué manera eliminar estas cotorras», agrega Valdés.
Sin embargo, en el SAG declaran que no existen programas para su erradicación. «Por lo menos por ahora nosotros no tenemos un programa específico de control como lo hubo con el tema del castor por ejemplo», dice Juan Machuca, encargado subrogante de Recursos Naturales de la Región Metropolitana.
Según señaló el organismo, «la cotorra argentina es una especie que se ubica en el ámbito urbano, por tanto no tenemos competencia directa sobre ella, aunque está declarada dañina según el art 6° del reglamento de la ley de caza, que sólo opera en el ámbito rural».
Dada la invasividad propia de la especie y las modificaciones realizadas a la ley de caza en 1996, el SAG declaró en 1999 a las cotorras argentinas como «plaga» y restringió su ingreso al país mediante una resolución que la declaraba como una especie que puede perturbar el equilibrio ecológico y la conservación del patrimonio ambiental (Art. 25, Ley de Caza N° 19.473). Además según el artículo 6 de la Ley de Caza, las cotorras argentinas son consideradas «perjudiciales», esto significa que está permitida su caza en cualquier época del año y sin limitación de número, e incluso permite la eliminación de nidos y huevos como método de control. El problema es que al encontrarse en un área urbana, no está permitida su caza.
En vista de que no existe ningún programa específico, las Municipalidades de Las Condes y Ñuñoa han realizado limpiezas ocasionales en las plazas públicas de las comunas. «Parques y Jardines subió e hizo una limpieza. Lo dejó todo despejado, bajó todos los nidos pero ahora está lleno nuevamente. Son persistentes», señala el jefe del departamento de higiene ambiental de la Municipalidad de Las Condes.
Por su parte, el director de la Dirección de Medio Ambiente de la Municipalidad de Ñuñoa, Eduardo Apuente, indicó que «sólo se realizan limpiezas y trabajos similares en los árboles, cuando su seguridad y estabilidad pueden ser afectadas (…) las cotorras no reconocen división territorial por comuna, a mi juicio el SAG, debiera liderar un Plan Maestro para la Región Metropolitana, que permita una acción eficaz y eficiente».
En tanto el SAG declaró que «está pendiente de su evolución para analizar si ésta pasará a los medios rurales, por eso se está gestionando la realización de un nuevo catastro sobre la especie en algunas zonas urbanas. En este sentido, es fundamental la voluntad de las municipalidades, para que todas se hagan parte y así obtener una visión más global del estado actual».
LA PLAGA
La problemática con las cotorras argentinas no es actual. Se arrastra desde inicios de los 80 cuando, según registros de la División de Protección de los Recursos Naturales del SAG, se instaló la primera colonia de estas aves en una antena de radio en la calle Bilbao en los alrededores del Club de Golf Country Club, en el límite de las comunas de La Reina y Las Condes, desde donde se habría iniciado su dispersión al resto de la región.
En un catastro realizado por dos estudiantes de la Universidad de Chile en conjunto con la DIPROREN, en el período 2000-2004 se estableció la presencia de estas aves en diferentes regiones del país y que la mayor parte de las colonias ocupan ambientes urbanos. Además se determinó que estaban presentes en 50 sitios de Santiago y que las comunas más comprometidas de la Región Metropolitana eran La Reina, Las Condes, Ñuñoa, La Florida, Providencia, Maipú y Huechuraba.
Por otro lado, ya existía en ese entonces colonias asentadas en áreas rurales como Copiapó, Maipú y Lampa. El problema de esto, es que las cotorras argentinas son conocidas por dañar los cultivos y huertos, principalmente de cereales o frutas, y de alterar los ecosistemas naturales debido a los efectos que generan las colonias como por ejemplo, la extracción de ramas para la construcción de sus nidos.
LA TERCERA