Imagen:Así se ve la orilla del Rin en Düsseldorf.
Rukwied, presidente de la Asociación de Agricultores en Alemania, sabe de lo que habla. Tiene su propia granja en Baden-Württemberg, y se refiere a una “pérdida de proporciones nacionales”. Hay amplias regiones de Alemania donde hace semanas que no llueve. Las temperaturas se mantienen alcanzando máximos históricos. Las personas y los animales se sienten sofocados. En Brandeburgo, por ejemplo, en esta época del año, las plantas de maíz tendrían que haber alcanzado una altura aproximada de dos metros y medio, pero apenas llegan a los 30 centímetros.
Deutsche Welle – 31 julio 2018
Las consecuencias concretas: La Asociación de Agricultores espera que este año se coseche un 20 por ciento menos de cereales. La colza podría menguar incluso en un 30 por ciento. Una “pérdida de proporciones nacionales” no es, en este contexto, apenas una descripción particularmente dramática de la situación. Después de todo, en Alemania, los Estados federados tienen la responsabilidad de ayudar a los agricultores en situaciones de emergencia. Sin embargo, solo cuando el gobierno central declara el estado de emergencia para todo el país, pueden fluir fondos desde Berlín.
Joachim Rukwied, presidente de la Asociación de Agricultores, habla de “pérdida de proporciones nacionales”.
Agricultores exigen mil millones de euros
Especialmente afectados se hallan el norte y este del país, donde se esperaban temperaturas de hasta 36 grados este 31 de julio. Para sus agricultores, Rukwied exige reacciones políticas concretas y, sobre todo, inmediatas. Las granjas, que sufren particularmente por la sequía, deberían recibir ayuda directa. Rukwied sugiere una cifra que ronda los mil millones de euros. Pero que la política alemana lo escuche y, sobre todo, que lo haga rápidamente, está por verse.
La ministra de Agricultura, la democristiana Julia Klöckner, hija de un vinicultor, se ha mostrado “muy preocupada por los efectos de la sequía”, pero ha anunciado, al mismo tiempo, su intención de esperar hasta el balance final de la cosecha, a fines de agosto: “Sobre esta base podremos tomar una decisión en relación con posibles ayudas, más allá de las existentes, que eventualmente podrían ser ofrecidas de conjunto entre el Gobierno central y los estados federados”. Algo nada parecido a la rápida declaración de emergencia nacional que exige la asociación de agricultores, para que el dinero pueda fluir de inmediato.
Mientras, especialistas del Ministerio Federal y los Estados federados se reúnen en Berlín para analizar la situación. Aunque no se esperan soluciones de esta cita, se la ha nombrado grandilocuentemente como una “cumbre de la sequía”. La crítica del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) no se hizo esperar: “Esta cumbre de la sequía puede hacer tan poco contra la sequía como un vaso de agua contra un gran incendio. ¡En lugar de una cumbre sobre la sequía, Alemania necesita un programa de emergencia para combatir las causas del calentamiento global! “, reclamó Michael Schäfer, experto ambientalista de la organización.
Gobierno y oposición en desacuerdo
Con o sin cumbre, el Gobierno no se ha puesto de acuerdo sobre la posible asistencia estatal. Los socialdemócratas del SPD, socios de coalición de los democristianos de la CDU, rechazan simplemente la ayuda económica de emergencia. Rainer Spiering, portavoz de los socialdemócratas para la Política Agraria en el parlamento alemán, considera que el Estado debería ayudar, como regla, a las pequeñas y medianas empresas que lo necesiten. “La agricultura moderna, en nuestro país, se percibe a sí misma como empresa”, sostiene, y deja una conclusión en el aire: a esa agricultura le toca asumir por sí misma el riesgo de una mala cosecha.
Anton Hofreiter, líder del grupo parlamentario de Los Verdes, que en principio rechaza la agricultura intensiva moderna, llama a ver la sequía como una oportunidad para un cambio de rumbo: “¡La agricultura industrial no puede continuar como hasta ahora!” Hofreiter quiere proteger especialmente a las granjas ecológicas.
Los liberales del FDP, por su parte, se muestran más dispuestos a escuchar a los agricultores: quieren que los afectados puedan deducir fiscalmente sus propias reservas de emergencia y fortalecer así la propia prevención, una vieja demanda de las organizaciones de agricultores.
A favor de la asistencia estatal de emergencia están, generalmente, los políticos de los estados más afectados. Till Backhaus, antiguo Ministro de Agricultura socialdemócrata en Mecklenburgo-Pomerania Occidental, por ejemplo, contradice la línea de su propio partido en el Parlamento y considera que el Gobierno Federal debería implicarse financieramente en las consecuencias de lo que ya es la tercera mala cosecha sucesiva en el país. En este pésimo contexto, la buena noticia para los agricultores es que los precios que ellos mismos pueden exigir por lo que queda de sus cosechas están subiendo. Se estima que el trigo se encarecerá entre un diez y un 15 por ciento. Los vinicultores, por su parte, ya esperan por el mosto más temprano de todos los tiempos.
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