El número de fallecidos en los numerosos incendios que azota el norte de California no deja de crecer: ya son 33 los muertos, más de 500 los desaparecidos y al menos 5,700 los edificios completamente calcinados.
Un ambiente de caos y destrucción en el que la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ha prometido añadir cierta calma, asegurando que no llevará a cabo operaciones en las zonas castigadas por el fuego.
“En la única ocasión en la que detendríamos a alguien sería en el caso de un delincuente importante que suponga una amenaza de seguridad pública real”, aseguró este viernes James Schwab, portavoz de ICE.
Los agentes de inmigración no detendrán a nadie de los puntos de evacuación, refugios de asistencia o bancos de alimentos en la región, concretó Schwab, si bien no especificó cúanto durará esta suspensión.
En una reunión pública en Napa este jueves por la noche, el representante de Estados Unidos, Mike Thompson (D-St. Helena) dijo a los residentes que la aplicación de la ley de inmigración es “comúnmente suspendida” en caso de un desastre natural como un incendio o un huracán.
Los cuerpos de bomberos, poco a poco, parecen ganar algo de terreno a las llamas en el condado de Sonoma, donde después de fuertes y atípicos vientos de hasta 110 km/hora, la noche del jueves y la madrugada del viernes los vientos se calmaron y aumentó la humedad del aire.
En total, los 15 incendios han quemado más de 212,000 hectáreas, y se espera que el número de fallecidos aumente a medida que avanzan los esfuerzos de búsqueda.
La Opinión