Los salares de Uyuni, Atacama y Hombre Muerto en Bolivia, Chile y la Argentina respectivamente reúnen, por lo menos, el 75 por ciento de las reservas de litio del planeta. Forman lo que se denomina el “triángulo del litio”, una extensión desértica en las alturas de los Andes que hoy provee la materia prima que mueve al mundo informático y de las comunicaciones.
Ahora, con los Megaproyectos de Elon Musk y el Gobierno de Alemania, para el Automovilismo Eléctrico, se acelera el interés mundial en este producto.
Ese auspiciante horizonte genera discusiones en los países productores sobre el modelo de explotación a seguir. El debate oscila entre posturas más ideológicas que defienden que se lo considere un mineral estratégico y quede bajo estricto control de los estados nacionales, y otras más pragmáticas que creen que el momento del litio es hoy y no hay que dejarlo pasar.
“El litio tendrá un horizonte de uso intensivo hasta los años 2035–2045”, escribió la socióloga peruana y analista Mónica Bruckman en un documento de la Unasur. Y, desde SQM, la empresa chilena que es líder internacional en extracción de litio de salares, su gerente comercial de iodo, litio y químicos industriales, Felipe Smith, cree que “no se justifica restringir la explotación del litio frente a un futuro incierto de demanda en el largo plazo” y “tampoco por el potencial uso en energía por fusión nuclear, que está lejos de ser una realidad”.
Las posturas de los gobiernos de los tres países sudamericanos muestra las diversas posiciones sobre el negocio. Bolivia defiende un control estatal férreo de todas las etapas del proceso de industrialización, que busca coronar con la instalación de fábricas de baterías de ión-litio y su exportación al mundo. La concepción del metal como recurso estratégico se sintetiza en el lema de la Comisión Minera de Bolivia (Comibol): “produce, industrializa y exporta con soberanía”.
Hasta el momento el país ha firmado cartas de entendimiento con Brasil, Irán y los Países Bajos, con algunas empresas estatales asiáticas y con la coreana Posco. Pero con la que realmente avanzó es con la china LinYi Dake Ltda a la que le compró, llave en mano, una planta piloto para la fabricación de baterías. La planta está en pleno montaje. Pero a Bolivia aún le falta el paso previo: producir carbonato de litio a escala industrial.
En el 2013 se inauguró una planta piloto y la Gerencia de Evaporíticos de la Comibol estima que este año se licitará el diseño de la planta industrial, según dijo a Latin Trade. Se supone que Bolivia tiene las mayores reservas del mundo en el salar de Uyuni, pero carece de valores certificados. No obstante, más allá del número final, como lo resume el director de la división de Recursos Naturales e Infraestructura de la CEPAL, Hugo Altomonte: “el litio es para Bolivia lo que el cobre es para Chile”.
Mientras Bolivia se esfuerza en sacar adelante su proyecto estatal, Chile ya le sacó ventaja y es el principal exportador del mundo de carbonato de litio. Allí el Estado también considera al metal un recurso estratégico pero ha autorizado a dos empresas para la extracción. Ellas son la chilena SQM y Rockwood Lithium, con sede en Alemania.
En el 2013 entre ambas produjeron unas 60.000 toneladas de carbonato de litio equivalente sobre una producción internacional total estimada por la consultora inglesa especializada Roskill en 150.000. Y para el 2013, Roskill anticipó a Latin Trade un aumento a 160.000 toneladas, con una proyección de crecimiento para los próximos años de 8 por ciento anual.
SQM extrae del Salar de Atacama el 60 por ciento de la producción de Chile y eso la convierte en uno de los grandes jugadores internacionales del mercado del litio. Junto con la australiana Talison Lithium controlan el mercado global, con un 30 por ciento cada una. SQM esperaba cerrar el 2013 con una facturación que ronda los US$200 millones.
La tercera posición
Finalmente, de los tres países Argentina es el que ofrece la posición más abierta. Aunque los recursos del subsuelo son del Estado, el litio carece de una regulación especial y tampoco se lo ha declarado mineral estratégico, aunque ya están circulando proyectos en el Congreso en tal sentido.
Las empresas se rigen por las leyes generales de la minería del país lo que posibilita distinto tipo de combinaciones societarias. Por ejemplo, FMC y la australiana Talison operan con sus propias filiales, y en otros casos hay joint ventures como el de Toyota Tsusho con Orocobre (empresa que cotiza en Sydney y Toronto), o sociedades en las que tienen participaciones menores firmas como Mitsubishi y LG.
Habrá que ver en los próximos años si Bolivia y la Argentina aprovecharon el momento o si las demoras o los nuevos proyectos de ley le hicieron perder el tren. Como bien lo resume el ejecutivo de SQM “los principales desafíos son de orden político y regulatorio”.
Élida Bustos-Latin Trade