Por ser fácil de criar en el laboratorio, los investigadores utilizaron como modelo experimental al pez “chanchita”, que habita lagos y lagunas asociados a los ríos Paraná y Paraguay.
Y observaron que el complejo pineal, una estructura asociada con su cerebro y cráneo, es un importante sensor directo de la luz ambiental. “Tiene células que comparten características biológicas con los conos y bastones presentes en los ojos humanos”, indicó a la Agencia CyTA el doctor Matías Pandolfi, jefe del Laboratorio de Neuroendocrinología y Comportamiento del Instituto de Biodiversidad y Biología Experimental y Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
De acuerdo con los niveles de luz, esa estructura sintetiza melatonina, una hormona que regula los ritmos biológicos en el transcurso del día y del año. “Esto significa que ayuda a organizar el momento apropiado para dormir, reproducirse y comer, entre otras funciones fisiológicas”, explicó Pandolfi, quien también es investigador del CONICET.
Al estudiar el efecto de diferentes períodos de exposición lumínica sobre los pinealocitos, las principales células de la vesícula pineal, los investigadores observaron que en aquellos ejemplares juveniles que habían sido criados en un fotoperíodo menor al natural (por ejemplo, 8 horas de luz y 16 horas de oscuridad) los núcleos de esas células eran un 55 por ciento más grandes. Pandolfi y sus colegas interpretaron entonces que, cuando hay mayor tiempo de oscuridad a lo largo del día, los peces fabrican más melatonina.
Ese hallazgo es de gran utilidad experimental, dado que puede aplicarse para estimar los niveles de melatonina en peces de pequeño tamaño o en larvas en los que resulta difícil conseguir muestras de sangre o tejido suficientes para su medición.
Pero también tiene una aplicación práctica potencial. La variación entre los períodos de luz también estaría actuando como regulador de la proporción de sexos al influir en la diferenciación sexual de las larvas, afirmó Pandolfi. Y agregó que esta información abre la puerta a estudios mas detallados a fin de comprobar si podrían modificarse las proporciones de sexos en distintas especies de interés (comestibles y ornamentales) “ajustando la exposición a la luz durante la cría de embriones y larvas.”
La primera autora del trabajo, publicado en “The Journal of Fish Biology”, es Agustina Birba, becaria de la UBA. Y también participó la doctora Renata Guimaraes Moreira de la Universidad de San Pablo, en Brasil.
Los autores del estudio científico que podría impactar en la crianza de peces para consumo y también ornamentales. El becario del Conicet y Lic. Martin Ramallo (arriba izq), el Lic. Leonel Morandi (Becario Conicet), Luciano Cavallino (estudiante) y Paula Valchi. La becaria de la UBA Agustina Birba (abajo izq), el Dr. Matías Pandolfi (Investigador Adjunto Conicet y Profesor Adjunto UBA) y Laura Rincon Camacho (becaria del Conicet).
El pez “chanchita”, que habita lagos y lagunas asociados a los ríos Paraná y Paraguay, sirvió como modelo de estudio para describir la estructura cerebral que detecta la luz y regula su reproducción.
Créditos: Dr. Matías Pandolfi