Volver al Tomate Platense – Nativo de la región andina de Sudamérica, el tomate fue domesticado por los aztecas pero popularizado alrededor del mundo por los conquistadores europeos. En Argentina fue reinsertado por los españoles, italianos y portugueses de las olas migratorias de las décadas de 1920, 1930 y 1940, que se dedicaron a trabajar la tierra formando polos hortícolas en todo el país.
El Tomate Platense se caracterizó por presentar una gran adaptación a las condiciones ecológicas de la zona, un sabor intenso, una forma irregular, achatada, acostillado o fuertemente lobulada y una gran cantidad de lóculos. Esto lo lleva a tener abundante semilla y también algo muy reconocido por las
personas que lo consumen, que es el jugo. Este es responsable del recuerdo de muchos que aún dicen «antes podíamos mojar el pan en la ensalada». Además tiene una característica fundamental para el productor con respecto a la forma de obtención de semillas: por ser un ecotipo constituido por una gama relativamente amplia de poblaciones de polinización abierta, el productor puede obtener su propia semilla realizando su propio mejoramiento. Pérdida y rescate El platense fue el único tomate que se cultivaba en La Plata durante muchas décadas hasta la llegada de los paquetes tecnológicos fuertemente dependientes de insumos, adoptados a partir de fines de la década del ´80. En este momento el platense empieza a ser desplazado y sólo sobrevive gracias a un grupo de quinteros que lo conservaron por tradición, por la memoria de sus padres y abuelos que fueron los que lo hicieron primero, y porque el platense es el tomate que come el productor y su familia simplemente por tener gusto a tomate. Fotos: Ensayos en invernáculo y encuentro con productores y consumidores Forestales de la Universidad Nacional de La Plata con el objetivo de localizar, caracterizar su comportamiento bajo sistemas tradicionales de trabajo y con la utilización de tecnologías innovadoras para reinsertar en el mercado al platense. Con el correr del trabajo se detectaron varias poblaciones a las cuales se les adjudicaban a modo de reconocimiento el nombre del productor que las había conservado, siendo estas las siguientes: Del Manso, de Hudson; Carcione, Gentile, y Luna de Gorina; Bustos de Hernández; Grasso de Olmos; Paoletich, de Arana; Prieto de Barrio Aeropuerto; y Alborgueti de Los Talas. |
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